Trump pide pena de muerte para los narcos
El magnate elogió la pena capital como un castigo ejemplar para los traficantes con el fin de frenar la venta de drogas en EUA
WASHINGTON. Donald Trump presentó ayer su plan de lucha contra la epidemia de opiáceos que azota a Estados Unidos y que solo el año pasado segó más vidas por sobredosis que toda la Guerra de Vietnam, pidiendo la pena de muerte para los narcotraficantes. “Si no somos duros con los traficantes de drogas, estamos perdiendo el tiempo (...) y esta dureza incluye la pena de muerte”, dijo Trump ayer en un discurso en Mánchester, New Hampshire. “Quiero ganar esta batalla, no quiero irme en siete años sin que este problema esté resuelto”, agregó, refiriéndose, como suele hacer, a un posible segundo mandato a la presidencia. La dependencia a los opiáceos, una verdadera crisis de salud pública en Estados Unidos, fue colocada en un lugar prioritario por el presidente republicano. En 2016, Estados Unidos registró unas 64,000 muertes por sobredosis, la mayoría de ellas relacionadas con opiáceos. Esta categoría de estupefacientes incluye a los analgésicos bajo prescripción médica como el oxycontin y el fentanilo, así como la
heroína, a menudo mezclada con sustancias sintéticas. “El Departamento de Justicia solicitará la pena de muerte contra los traficantes de droga siempre que sea posible según las leyes existentes”, dijo la Casa Blanca, sin especificar más. La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) denunció inmediatamente las propuestas, que calificó de “absurdas”, y destacó que la Corte Suprema había “rechazado regularmente el uso de la pena de muerte en los casos en los que la persona acusada no fuera culpable de asesinato”. Pero la idea de exigir la pena de muerte contra algunos traficantes dista mucho de contar con apoyo unánime en la clase política estadounidense. “No resolveremos la crisis de los opiáceos con encarcelamientos y ejecuciones”, advirtió por adelantado el senador demócrata de Massachusetts, Ed Markey. “Las propuestas extremas como el uso de la pena de
muerte solo perpetúan el estigma de infamia asociado con el uso de opiáceos y son una distracción del debate necesario sobre (...) las iniciativas de salud pública indispensables para salvar vidas”, estimó. El plan de la Casa Blanca también espera “reducir la demanda” de opiáceos a través de la educación y de la lucha contra la prescripción excesiva. Asimismo, hace hincapié en la necesidad de “ayudar a quienes luchan contra la adicción”.