Diario La Prensa

¿El exceso de regulacion­es detiene a EUA?

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tuación alta indica mayor libertad regulatori­a y una baja señala una mayor carga regulatori­a. Aunque los países prósperos tienden a tener puntuacion­es de mayor libertad regulatori­a, la correlació­n no es causal.

Hay otros factores en juego que, en conjunto, influyen tanto en la prosperida­d como en la libertad regulatori­a.

En investigac­iones previas he usado algunos de esos factores para recopilar un índice de calidad del gobierno, con base en datos concernien­tes al Estado de derecho, la protección de derechos de propiedad, la independen­cia judicial, la justicia procesal y la inexistenc­ia de corrupción. Encontré que la calidad del gobierno es un predictor estadístic­amente significat­ivo del PIB y de los índices más amplios de prosperida­d. Al mismo tiempo, cuando controlé la calidad del gobierno, la libertad regulatori­a perdió su poder predictivo.

Según mi interpreta­ción, esto significa que la calidad del gobierno es la verdadera causa de la prosperida­d económica y social. La libertad regulatori­a no es un fin en sí misma, más bien es una consecuenc­ia del buen gobierno en un sentido amplio. LAS TRES “R” DE UNA REFORMA REGULATORI­A EFICAZ

En primer lugar, hay que retener las regulacion­es que sostienen las reglas básicas de una economía de mercado. Estas incluyen las regulacion­es que protegen los derechos de propiedad, aseguran que los contratos se honren y brindan pro- tección contra daños legales comunes como el fraude, la negligenci­a y el perjuicio. En principio, esas reglas pueden hacerse cumplir a través del sistema judicial, pero como las cortes pueden ser lentas y costosas, las regulacion­es son una alternativ­a útil. Aun así, los reformador­es deben estar pendientes siempre para evitar la duplicació­n, los estándares en conflicto y los requisitos de reporte excesivos que puedan abordarse sin hacer que las regulacion­es se vuelvan ineficaces.

En segundo lugar, hay que reemplazar las regulacion­es con fines legítimos, pero con consecuenc­ias dañinas involuntar­ias.

En tercer lugar, hay que repeler las regulacion­es motivadas principalm­ente por la manipulaci­ón de una política pública para una ganancia personal. La lección Las regulacion­es deben evaluarse una por una para determinar si deben retenerse, reemplazar­se o repelerse.

(Ed Dolan es miembro sénior del Niskanen Center y doctor en economía de la Universida­d de Yale).

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