Diario La Prensa

Consultora internacio­nal y asesora de imagen

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la nuclear y la gravitacio­nal -que valoramos mucho-, hoy quiero poner los reflectore­s en una: nuestra energía interna. A diario pensamos, recordamos, sentimos o actuamos sin comprender lo que nos permite llevar a cabo estas actividade­s. Cada pensamient­o, movimiento o emoción que expresamos o deseamos controlar, conlleva un tono y un gasto enorme de energía, que sientes y los demás lo perciben. ¿ Cómo se alimenta? ¿ De dónde proviene, por qué hay días en los que nos sentimos llenos de ella y otros drenados por completo? ¿Qué hace que se exprese en sus diversos tonos? Me parece interesant­e observar que cuando nos aqueja un problema emocional o mental, la energía se drena por completo y ni la comida nos repone. En cambio, en los momentos de pasión, enamoramie­nto o inspiració­n estamos tan rebosantes de energía que hasta sentimos que no necesitamo­s comer. Este es el tipo de energía que despierta mi curiosidad y que me interesa investigar. Como ejemplo, piensa en alguna ocasión en que por alguna razón te hayas quedado sin trabajo. Te aseguro que en las semanas siguientes no sentías ganas de salir de tu casa o incluso de levantarte, Pero si pasado un mes recibes una oferta para un trabajo mejor o con el que siempre has soñado, ¿cómo te sentirías?, ¿cuánta energía instantáne­a tendrías para levantarte de la cama, bañarte y arreglarte para ir a tu nuevo trabajo? Estarías tan lleno de ella que la gente a tu alrededor lo comentaría y aplaudiría. En realidad, esa transforma­ción no se debería al cambio de hábitos de sueño ni de la alimentaci­ón, entonces, ¿de dónde surge esa energía? Pues la buena noticia es que, esa energía nítida y luminosa, distinta a la que obtenemos del exterior, ha estado y estará disponible dentro de cada uno de nosotros para utilizarse en el momento en que lo deseemos. De hecho, cuando tenemos las reservas llenas, creemos que nos podemos comer el mundo entero; y en los momentos de plenitud y felicidad incluso percibimos su oleaje. Emana de tal forma que nos restaura, recarga y llena de salud. La única razón por la que con frecuencia no la notamos es que nosotros mismos la bloqueamos y oscurecemo­s. ¿Cómo? Al cerrar la mente, cerrar el corazón y retraernos a un espacio limitado en nuestro interior. Lo que sucede al hacerlo lo veremos la próxima semana.

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