Diario La Prensa

Más allá de las sirenas

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Hace algunos años, en realidad muchos más de los que me gusta admitir, mi abuela contaba que la creencia popular era que el viernes de Semana Santa no se debía bañar en el mar o en el río –ahora habría que agregar la piscina- pues se corría el riesgo de convertirs­e en sirena, pues no guardar ese día era un irrespeto para Dios. Con el tiempo, esa idea casi mágica fue desapareci­endo, quizá como muchas otras del imaginario popular, que van quedando en el olvido o se convierten en anécdotas añosas. Me parece que esas creencias que pocos se atrevían a cuestionar, servían como una especie de muro de contención, que frenaba la tendencia que sin duda existía desde entonces a enfocarse más en el feriado para disfrutar del verano, que en el sentido de la celebració­n de la Semana Mayor. Ahora el escenario es otro, el pragmatism­o es la regla y desde ese punto de vista, las vacaciones de la semana que recién empieza son un momento de descanso, para hacer turismo y, en muchos casos, para dar rienda suelta al hedonismo. Buscar el equilibrio sano parece siempre un reto para el ser humano, que se hace aún más evidente en estos días. Ese equilibrio pasa por reconocer que no somos únicamente materia, sino también espíritu, y que es necesario alimentar y cuidar de ambos. En este contexto, el descanso y la reflexión sobre el sentido de la celebració­n cristiana, es decir la vida después de la muerte en el ejemplo de Jesucristo reconocido como el Salvador de la humanidad, deben ser parte de estos días. Más allá del temor a las sirenas de antaño, lo que debe movernos a tener un descanso moderado es el respeto por la vida de los demás, tanto como la propia. Pero además, el respeto por los lugares a visitar, por la naturaleza, por esta casa que es de todos. La responsabi­lidad, entendida como dar respuesta por las acciones propias y sus efectos positivos y negativos, debe ser la base de nuestras acciones en todas partes: en la iglesia, en la carretera, en balnearios, en las ciudades y en los pueblos. Esa búsqueda del equilibrio debe ser permanente para todos. No caer en la falacia del disfrute pleno de la vida, como tampoco en la falta de entendimie­nto de las celebracio­nes religiosas. No se trata de participar porque sí, porque es costumbre o porque no hay otra cosa más qué hacer, sino de conocer y comprender, no solo con la mente, sino con el corazón abierto para que exista una renovación de nuestra vida espiritual. Actuar, no a través del miedo como tampoco de la indiferenc­ia, sino con la naturalida­d con la que el propio papa Francisco nos llama a vivir la fe, que se demuestra en las acciones de cada día. Trasladar el mensaje de Jesús a la vida propia es la gran invitación que recibimos siempre. La Semana Santa puede ser el momento idóneo para renovar fuerzas. La decisión es de cada uno. ¿Cuál camino va a tomar?

ActuArnopo­r miedonipor­indiferenc­iA, sinocon nAturAlidA­d, es lAinvitAci­óndel pApAfrAnci­sco

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras