El diálogo
En el marco del prediálogo, muchos de nosotros los hondureños nos alegramos y creamos expectativas favorables para resolver una crisis meramente política que comenzó desde el año dos mil nueve y que nos afecta a todos. Este diálogo propiciado por connotados hondureños y un sector aceptable de la Iglesia católica por un lado, el apremio de EEUU presionando al Gobierno por participar en este, por otro lado, nos están llevando a este juego de poder que buscan continuar con lo mismo de siempre. Toda esta recreación que beneficia a uno y afectan a otro, propone demandas para algunos razonables, para otros descabelladas, pero que no están fuera de realidad y contexto. Partiendo de ese punto, ¿cuál es el diálogo entonces? Hay buena voluntad y sanas intenciones en este ¿si son vinculantes las conclusiones de este conversatorio, deben ser ley, que tengan carácter de obligatoriedad para las partes, y estas deben ser emitidas por el Congreso. Entonces qué diálogo es este si lo siguen manejando los políticos. El problema es político, ¿cómo pueden ser juez y parte? Nosotros los hondureños de la Honduras de acá afuera solo queremos que se respete la Constitución, que exista justicia, igualdad, respeto, seguridad, educación, trabajo y salud en este pueblo frustrado y olvidado por aquellos que presumen de líderes y estadistas y no respetan la ley. Simplemente queremos la verdad, y si no está en ellos, está en las multitudes de quienes ocupan este territorio, que todavía no tenemos la conciencia del poder y no saber qué hacer, por temor, o indiferencia, solo sé que algunos lo sabemos, pero no podemos.