Diario La Prensa

Renuevan votos 85 sacerdotes de la Diócesis

El obispo de la Diócesis de San Pedro Sula cumplió 23 años de oficiar la misa crismal Los feligreses abarrotaro­n la catedral para presenciar el acto litúrgico

- Kleymer Baquedano Kleymer.baquedano@laprensa.hn ENTRE A LA WEB Y VEA MÁS SOBRE EL TEMA

SAN PEDRO SULA. Monseñor Ángel Garachana, obispo de la Diócesis de San Pedro Sula, ha oficiado por 23 años consecutiv­os la misa crismal del Miércoles Santo en la catedral San Pedro Apóstol, y ayer no fue la excepción. Con la presencia de decenas de feligreses de las diferentes parroquias, unos 85 sacerdotes de la Diócesis renovaron sus votos, consagraro­n el santo crisma y bendijeron los óleos que utilizarán durante el resto del año en los bautismos, unciones de enfermos, confirmaci­ones, entre otras celebracio­nes. La misa crisma les el miércoles por razones pastorales de cada diócesis. Solo en la capital se celebra hoy jueves. Como se tenía previsto, la ceremonia comenzó a las 10:00 am con una explicació­n puntual de monseñor Garachana que definió el día de bendicione­s como una ocasión para reunir a todo el presbiteri­o alrededor de su obispo y hacer de la celebració­n una fiesta del sacerdocio. “Esta eucaristía, esta misa crismal es una expresión fuerte, intensa, hermosa de la Iglesia, cuerpo de Cristo, pueblo santo de Dios, pueblo sacerdotal”, manifestó Garachana, quien contó que lleva 23 años oficiándol­a y que procura compartir en la homilía un aspecto de la gran riqueza de la celebració­n.

Los aceites benditos. Comentó que los óleos bendecidos son aceite del olivo, es decir que son fruto de la tierra y del trabajo humano. “Los santos óleos, aceite del olivo, para ungir los cuerpos ya través de esa unción recibir la gracia, el perdón, el espíritu de Dios. Son pues realidades de la creación, en este caso el vino y el aceite que se usan como símbolo de la unción de Dios”, explicó el obispo. Aunque el aceite del bautismo y confirmaci­ón difiere del aplicado a enfermos y moribundos, la raíz es la misma: consagraci­ón y preparació­n. “Cuando bendiga el óleo de los enfermos diré esta oración: Señor Dios, Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para

vigor de nuestros cuerpos, enrique ce con tu bendición este óleo para que cuando sean ungidos en su cuerpo sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experiment­en alivio en sus enfermedad­es”, expresó. El obispo Garachana también bendijo los óleos de los catecúmeno­s, y pidió fortaleza y valentía en el combate a la fe y que emprendan valerosos la tarea de la vida cristiana que van a iniciar con el bautismo. “Concede fortaleza, valentía, ánimo a los catecúmeno­s que ya van hacer bautizados en el combate de la fe y en el camino de su vida cristiana”. Adelantó que en la consagraci­ón del crisma sus palabras serían: “Señor Dios, al principio de la creación del mundo Tú mandaste que de la tierra nacieran árboles que diesen frutos y, entre otros árboles, el olivo que ahora nos suministra el aceite con el que hemos preparado este santo crisma. Te pedimos santificar con tu bendición este óleo, que infundas en él fuerza del Espíritu Santo”. El santo crisma es un óleo mezclado con algún bálsa- mo o aroma como fragancia simbólica para facilitar su distinción con el resto. Este aceite de oliva está destinado al sacramento de la confirmaci­ón, el obispo traza una cruz con el aceite sobre la frente del cristiano simbolizan­do la donación del Espíritu Santo.

Votos. El religioso llamó a la feligresía a reflexiona­r sobre la destrucció­n de la creación de Dios, es decir el mundo. El acto religioso finalizó conla renovación de votos de unos 85 sacerdotes de la Diócesis de San Pedro Su la .“Si han recibi- do ese ministerio de santificac­ión a través de la celebració­n de los sacramento­s, tres cosas les pido. Primero, cuidar la liturgia, cuidar los signos materiales de los sacramento­s (cuidar los óleos tenerlos en un lugar digno, son óleos bendecidos y consagrado­s). Segundo, realicen con dignidad los ritos sacramenta­les, no a la ligera, vivamos una espiritual­idad psicológic­a. Tercero, sacerdotes motiven y formen en esta espiritual­idad psicológic­a en los fieles que tenemos encomendad­os”, dijo Garachana.

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