El magisterio
El magisterio del sector público es el único empleado del país que luego de jubilarse o retirarse voluntaria o involuntariamente de la labor docente no recibe ni un tan solo centavo de prestaciones por su labor complicada. Los profesores son los únicos que cotizan para su retiro más del 10% mensual de sus ingresos y que se autofinancia a través de Inprema de sus propias cotizaciones a altísimos intereses y de los que el mayor beneficiario es el Estado de Honduras que con sus cotizaciones favorecen al Estado y a la Banca Nacional. El capital docente le inyecta a la banca más del 61% del capital existente en ella, y dicho fondo ha estado al servicio del Estado por muchos años. Los docentes son los verdaderos inversionistas del proceso educativo nacional debido a que el Estado no ofrece al proceso ni siquiera un marcador, menos aún toda la logística que requieren para impartir el pan del saber, y eso sale de sus raquíticos salarios. Honduras es más de un 70% rural y los maestros son los únicos empleados del Estado que no reciben viáticos por trasladarse a trabajar lejos de sus casas, como los reciben diputados y empleados del Estado. Es el único grupo de trabajadores que aún siendo en más del 90 % de su población egresados universitarios sus salarios tanto en el medio urbano como en el rural no son propios de su nivel académico. Los profesores son los únicos empleados que trabajan tiempo extra en sus casas sin contar un centavo por extras y que abandonan sus hijos y familias en beneficio de los hijos de los demás. Los maestros son unos de los principales soportes de desarrollo de un país y controladores de la paz y prevención en salud que le ahorra grandísimos costos al Estado. Esa labor es tan noble donde la riqueza para ellos es una utopía y que dejan la vida en esa noble actividad. El cobro de impuestos debería traerles a los maestros otros beneficios reales que correspondiesen a la labor que realizan.