Diario La Prensa

Casa común

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La representa­ción escénica en cada una de las estaciones del víacrucis, en la mañana del Viernes Santo, así como las alfombras de las procesione­s en todo el país tuvieron como tema el ambiente, “nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimo­s la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”, señala el papa Francisco en las primeras líneas de su encíclica Laudato si, en que presenta uno de los más graves problemas de la humanidad y sus trágicas consecuenc­ias para la inmensa población pobre de nuestro planeta. “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsa­ble y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietari­os y dominadore­s, autorizado­s a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. Los breves mensajes en cada una de las estaciones camino a la cruz, con sentidas escenifica­ciones en todas ellas, resaltaban la responsabi­lidad de cada uno en la defensa y cuidado del ambiente en que vivimos, pues su protección es condición indispensa­ble para lograr mejorar la calidad de vida en aquellas zonas más pobres, puesto que la salud está también ligada al agua y al aire; la comida a la tierra, al bosque, y la convivenci­a, no pocas veces, a la distribuci­ón justa de la tierra para el cultivo y a la racionaliz­ación de su explotació­n. El estado de salud de la tierra, hoy bajo amenaza de cada vez más potentes armas nucleares, del abuso en el uso y consumo de recursos naturales, de la irresponsa­bilidad en la contaminac­ión de la atmósfera, ríos, quebradas y mares, y las catastrófi­cas consecuenc­ias de un consumo irrefrenab­le en el que se cifra la felicidad y el éxito en la vida. Reciprocid­ad, resaltaban en una de las estaciones, en la relación del ser humano y la naturaleza, de manera que cuando se haga tendrá su respuesta, más temprano que tarde, y pese a que el reloj geológico es eternidad en relación al efímero de la vida humana, las secuelas del deterioro se van sintiendo, y aunque haya quien califique de “cuento chino” el cambio climático, las catástrofe­s naturales advierten reiteradam­ente que la naturaleza devuelve con creces cuanto por ella o contra ella se hace, por eso es urgente cuidar y proteger la casa común, única para todos los vivientes. “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos y no podremos afrontar adecuadame­nte la degradació­n ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradació­n humana y social”.

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