¡El ser y hacer!
Mientras vivimos tenemos la oportunidad de expresar y desarrollar todo el potencial que Dios ha dado pero la ignorancia, la rutina, lo monótono, la fatiga, el trabajo pesado nos impide ver el potencial que cada ser humano tiene en una sociedad consumista y materialista donde se valora siempre más algo que alguien. Es allí donde encontramos la esencia de la vida contenida en un cautiverio, el cual presiona, reduce e invalida el propósito por el cual fuimos diseñados. La sociedad ha depositado en la basura el potencial de hombres y mujeres que fueron diseñados a triunfar, hoy deambulan en las calles siendo niños, es fácil echarle la culpa al sistema, al Gobierno, las instituciones, la gran pregunta es ¿dónde están los padres y madres de esos niños? La finalización prematura es la muerte del potencial y la destrucción del presente y futuro de una generación capaz de hacer historia para una nación, independientemente de quién sea usted, de dónde venga, dónde haya estado y qué haya hecho. Dios tiene planes de bienestar para dar esperanza y futuro; la responsabilidad humana es alcanzar potencial, buscar, creer en él, confiar en él y obedecerlo. ¿Para qué puso Dios al hombre en el Edén? Lo puso para trabajar, cuidar y labrar el huerto y cultivar. La raíz hebrea de cultivar es Abad que significa creatividad, adoración, servicio. Dios le ha dado un propósito y debe decidir por su propia voluntad permitir a Dios que guíe sus pasos. “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas” Proverbios 3:5-6. La vida es un proceso interrumpido de conversión, para ser aquella persona para la que hemos nacido, pero para hacerla salir, se necesita paciencia, trabajo arduo y el ambiente adecuado.