Carta a Trump
Mr. Donald J. Trump Señor presidente:
Apelo al procedimiento de escribirle directamente por no tener otros canales más adecuados para expresar mis aprensiones sobre su gobierno. Soy un ciudadano americano del estado de New York con mucho amor a Estados Unidos como amo también a mi patria Honduras. Yo fui soñador e hice mis estudios universitarios de Economía Política y otras más en los años 1963-1973. Señor Presidente, me da pena y mucho dolor lo que usted está haciendo en contra de todos los hermanos latinoamericanos que radican en Estados Unidos, ¿por qué tanto odio, desprecio y desidia, si la mayoría de ellos son personas de trabajo, honrados y de principios morales y han procreado sus hijos en esa gran nación, con oportunidades de cumplir el sueño americano? Señor Trump, no hay razas inferiores, sino la inepta teoría, hecha ya de arcaísmo repugnante, ha sido arrinconado por la ciencia, en el rincón de los tráfagos inútiles, hoy no profesan, sino los ignorantes, y la creen, sino los necios, el hombre es uno, todos iguales, todo producto animal, de gelatina amorfa que forma las entrañas del planeta. En vano al orgullo de los estultos ensayos para negar su oscuro pasado de cuadrumanos, su gran abolengo de antropoides migratorios del océano índico a las mesetas de Irán y a los tranquilos valles del Tíbet, el Ramayana. ¿Es el universo lazo de todos los seres vivientes? No hay diversas humanidades, señor Trump, no hay, sino la humanidad... el hombre, triste animal pensante, condenado a la pena de vivir, el mismo desde el caníbal antropófago de la Nueva Guinea al bello animal rubio hiperbóreo, como lo llamaba Nietzsche al germano disidente de los dolicocéfalos. Señor Presidente, usted va a proclamar la ley del contagio del odio y del racismo como postulado de ética y declarar resolutivo en los problemas de la política de Estado.
GUSTAVO ADOLFO MILLA