Diario La Prensa

Los bolivianos sueñan con tener acceso soberano al mar

La 1879-1883 Guerra hizo del Pacífico perder a de Bolivia 120,000 km2 de territorio y sus únicos 400 km de costa en el Pacífico en favor de Chile

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Bolivia afirmó que “ni Dios ni la Corona de España le dieron a Chile el litoral” norte del océano Pacífico, en sus alegatos ante la Corte Internacio­nal de Justicia (CIJ) que examina esta vieja disputa marítima entre ambos países. En la segunda semana de audiencias ante la CIJ en La Haya y en presencia del presidente boliviano, Evo Morales, el abogado Antonio Remiro Brotons inició así su alegato: “Ni Dios ni la Corona de España dieron a Chile el litoral del Pacífico. La fuerza le otorgó ese acceso”. La Guerra del Pacífico de 1879-1883 hizo perder a Bolivia 120,000 km2 de territorio y sus únicos 400 km de costa en el Pacífico en favor de Chile. Según Remiro Brotons, Bolivia tiene desde entonces un derecho “adquirido” a negociar con Chile un acceso soberano al océano. Chile replica que no tiene obligación jurídica de negociar una salida al mar para Bolivia, pues las actuales fronteras entre los dos países fueron definitiva­mente fijadas en un tratado de 1904. “Ni en La Haya, ni en ninguna parte, Chile acepta ni permite que esté en juego un centímetro cuadrado de su territorio. No existen asuntos limítrofes pendientes con Bolivia. El tratado de 1904 está vigente y la soberanía de Chile no se toca”, sostuvo el canciller chileno Roberto Ampuero, tras finalizar la sesión de este lunes ante la CIJ. Promesas no respetadas. Las sesionesan­telaCIJsei­niciaronla­semana pasada y durante los primeros alegatos de Bolivia ya estuvo presente Morales, prueba de la importanci­a que tiene para su país un acceso soberano al mar. “Hemos venido a esta importante Corte a tender puentes de entendimie­nto y no muros de enfrentami­ento” con Chile, sostuvo Morales, al finalizar este lunes los nuevos alegatos bolivianos ante la CIJ. Evo Morales, cuyo gobierno llevó en 2013 a Chile ante la CIJ, consideró en una declaració­n de prensa que para su país “el retorno de Bolivia al mar no sólo es posible, sino es inevitable”. Previament­e, el presidente boliviano siguió atentament­e en la sala de la Corte los argumentos de su país, que pretenden demostrar que a lo largo del siglo XX sí hubo compromiso­s chilenos no respetados y ne- gociacione­s bilaterale­s al respecto. La propia Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), en una “serie de resolucion­es, indicóquee­xisteundif­erendo que debe negociarse con el objetivode­proporcion­araBolivia­un acceso” al Pacífico, argumentó ante la CIJ la abogada Amy Sander. Otroletrad­oquedefien­delaposici­ón boliviana, Payam Akhavan, alegó: “Las palabras importan. Y la palabra de Chile indicó que aceptaba la transferen­cia a Bolivia de un acceso al mar”, afirmó, refiriéndo­se a un intercambi­o de notas diplomátic­as de 1925 entre los dos países. Pero Chile rechaza esas alegacione­s. El canciller Ampuero ya calificó la semana pasada de “inconsiste­nte” la posición de Bolivia, que “no ha sido capazdemos­trarunsolo­documento donde quede establecid­o que Chile esté obligado a negociar y entregar soberanía”. “Sentarse a escuchar las aspiracion­es de un país vecino no implica que uno esté obligado a aceptar esas aspiracion­es, demandas o planteamie­ntos”, aseguró.

Perú, tercero en discordia.

La CIJ de La Haya fallará dentro de varios meses, pero la cuestión de una cesión territoria­l no forma parte de la demanda; el objetivo de Bolivia es que esta Corte obligue a Chile a negociar. El caso y la futura decisión del tribunal también serán seguidos muy de cerca en Perú, país aliado de Bolivia en aquella guerra del siglo XIX. Perú firmó un acuerdo con Santiago en 1929 que establece que debe ser consultado, si Chile decidiera ceder alguno de sus antiguos territorio­s. Ante la CIJ, los bolivianos recordaron que Santiago les prometió en 1895 cederles eventualme­nte territorio de la otrora provincia peruana de Arica.

Cuando David Herrada fue nombrado en el 2017 cónsul de Bolivia en la ciudad peruana de Ilo, pensó que convertir aquel puerto en el principal punto de entrada y salida de productos de su país iba a ser una tarea simple. Después de todo, los bolivianos ya contaban con un trozo de costa a menos de 20 minutos en automóvil, una franja de cinco kilómetros de largo y menos de un kilómetro de ancho que Perú le cedió al país vecino en 1992 por 99 años: Bolivia Mar. Los políticos de la época enumeraron las posibilida­des del terreno. Se habló de terminales de carga, hoteles, fábricas. El acuerdo fue firmado por el entonces presidente peruano, Alberto Fujimori, y su par boliviano, Jaime Paz Zamora, cuya imagen dentro del agua con los pantalones remangados aún es usada por simpatizan­tes y detractore­s de la idea. La concesión, se decía, serviría para reducir los lazos comerciale­s con los puertos chilenos de Iquique y Arica, por donde Bolivia ingresa y despacha la mayor parte de su mercadería, y dejar atrás por fin la paradoja de que su acceso al océano dependa del país que se quedó con sus provincias costeñas tras la Guerra del Pacífico (1879-1884), en la que Bolivia y Perú se enfrentaro­n a Chile Pero, poco después de instalarse en su nueva oficina, Herrada se dio cuenta de que sus expectativ­as no iban a cumplirse. Y de por qué, 26 años después, en Bolivia Mar no había más que un desierto. Los convenios de Ilo firmados por Paz Zamora y Fujimori en 1992 estipulaba­n la cesión de Bolivia Mar, pero también otros dos elementos: crear una zona franca industrial en la ciudad peruana y dar facilidade­s a los bolivianos para que usaran las instalacio­nes portuarias de esa localidad. Por eso, los mandatario­s anunciaron la medida como un hito importante. Una “gran victoria nacional, por volver a ser un país marítimo”, llegó a decir el líder boliviano, según recogió un artículo del diario español El País. Pero estos tratados no daban a Bolivia soberanía sobre la franja; sólo le autorizaba­n a darle un uso: el turístico. La zona franca nunca se puso en marcha y, según explica el cónsul, sólo un puñado de empresario­s de su nación utiliza Ilo porque sus tarifas son más caras que las de los terminales chilenos. En cuanto al turismo, en aquella explanada no se llegó a poner ni una sombrilla. La playa está en mar abierto y es incómoda para los bañistas. Los pescadores peruanos, los únicos que le sacan provecho, aseguran que está llena de rocas afiladas, que espantan a las barcas pero dejan un criadero de peces exclusivo para quienes trabajan desde la orilla. Instalar un rompeolas, ampliar el área de baño y habilitar un acceso menos accidentad­o requeriría una inversión de US$250 millones, según el diplomátic­o. Tomado de BBC

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Perú le cedió para turismo un tramo de playa a Bolivia.
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Los alumnos de la escuela Simón Bolívar llegaron al consulado de Chile en La Paz el 23 de marzo de 2018 para entregar una carta dirigida al presidente de Chile solicitánd­ole que otorgue a Bolivia “acceso soberano al Océano Pacífico”. En otras imágenes,...
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