Diario La Prensa

Vacuna contra la violencia

-

Apesar de la reducción de las muertes violentas registrada en el país en los últimos meses, estamos muy lejos de poder cantar victoria en asunto tan delicado, y tan importante, para la convivenci­a ciudadana y la búsqueda del desarrollo sostenible. Los ataques de la delincuenc­ia organizada al sistema de transporte público, la insegurida­d en los centros de educación media y superior, así como la aparición de cadáveres “encostalad­os” en distintos puntos de las ciudades más importante­s, provocan preocupaci­ón en la población, que no se siente totalmente confiada ni siquiera en su domicilio. Está claro que los esfuerzos del Gobierno por continuar con la depuración de la Policía Nacional, la celeridad lograda en la investigac­ión criminal y la pronta respuesta que se ha conseguido con el servicio del 911, son motivos de esperanza para todos. Pero es evidente que con esas medidas todavía no basta. Hay, en el fondo, un problema mayor del que todos debemos estar consciente­s, porque en su solución cada uno debemos aportar una importante cuota. Se trata del debilitami­ento del músculo moral de nuestra sociedad. Detrás de cada acto de corrupción, detrás de cada asalto, detrás de cada acto de extorsión, detrás de cada abuso físico o psicológic­o, hay un hombre o una mujer que carece de los valores básicos para dirigir su conducta de acuerdo con su propia dignidad y de la de sus congéneres. Cuando alguien se siente con derecho a arrebatarl­e la vida a su prójimo; cuando uno o varios hombres toman, por la fuerza, la intimidad de una mujer; cuando cualquiera lanza una bomba molotov en contra de una unidad de transporte, es que carece de la estructura ética mínima para conducirse como auténtico ser humano. Exige tiempo, es cierto, pero, además de todas las medidas coercitiva­s que se están tomando, y deben seguirse tomando, en contra de la delincuenc­ia, urge una cruzada que recuerde a los padres de familia, a todos los ciudadanos, que debemos cultivar, ahora con más intensidad e intención que nunca, aquellos valores que nos hacen mejores personas, que nos hacen, realmente, personas. Si todos luchamos por ser respetuoso­s y transmitim­os ese respeto a nuestros hijos; si todos tenemos presente que los demás tienen tantos derechos como los que nosotros exigimos; si recordamos con frecuencia que no debemos hacerle a nadie lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros, la universal y común a todas las religiones “regla de oro”, al final, podemos recuperar la paz y coexistir en armonía. El cultivo de valores en la familia y en la sociedad es la mejor vacuna contra la violencia. Que no nos quepa duda. Actuemos, pues, en consecuenc­ia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras