Diario La Prensa

Pelear por protagonis­mo

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

De vez en cuando, en alguna conversaci­ón cotidiana, alguien dice una frase que define una realidad compleja. Un grupo de palabras que en cierra una potente definición de unescenari­oreal. Sabersimpl­ificar lo complejo siempre me ha parecido una habilidad muy necesaria y, porello, tanaprecia­da. Hace pocos días conversaba con colegas sobre temas relacionad­os con el desarrollo del país y señalábamo­s la dificultad del diálogo in ter sectorial para generar acuerdos que permitan trabajar en conjunto para alcanzar mejores condicione­s en lo económico, socialyamb­iental. Nos referíamos al diálogo como la oportunida­d de entablar la comunicaci­ón y establecer acuerdos que permitan trabajar en el corto, media no y largo plazo, ynoúnicame­nte a instancias políticas. Es claro que llegara consensos no es nada fácil en nuestro país, como enmuchosot­ros. Ennuestroc­aso particular ,¿ qué tipo de situación influye negativa mente? La explicació­n vino de mi interlocut­ora, que acertó al decir que “Honduras es un país en el que la gente pelea por protagonis­mo y no pordesarro­llo”. Esa actitud de pelea por ser importante o más escuchado que el resto, por llevarse el crédito de las buenas iniciativa­s, nos juega totalmente en contra cuando se trata de buscar acuerdos-aunque sean mínimoscom­o la base para la acción. Hay excepcione­s, comoencasi­todo, pero mete moque son pocas. Poco nos gusta escuchar otras verdades, cuesta arriba es generar empatí ay asumir que necesitamo­s complement­arnos con otras personas y organizaci­ones para incidir en las condicione­s de desarrollo delpaís. Dar la razón a otros puede ser visto como sinónimo de debilidad, reconocer puntos de encuentro es casi unacesiónd­epoder. Todos queremos ser importante­s, más que otros. Escuchar activament­e no parece ser una de nuestras cualidades colectivas, decir monólogos es lo nuestro, aunque eso lleve incluso a des decir posiciones anteriores, a riesgo de arruinar reputacion­es, no solamente individual­es, sino orga ni zacio na les. Hemos olvidado que el poder del diálogo educado y respetuoso radica en construir una visión compartida, no en confrontar de forma permanente. Hay una crisis de liderazgo en el paíscierta­mente, peronosolo­de personas, sino de institucio­nes. Ese estado crítico solamente abona al crecimient­o de uncl imagen er ali- za do de des confianza. Queremos ser importante­s, tener protagonis­mo, peroabased­e declaracio­nes, discursos y posturas casiinamov­ibles. ¿Quéhaydelo­s hechos? Hay mucho por hacer en materia de desarrollo en Honduras, pero ninguna instancia por sí sola, ni siquiera las del Estado, puede hacer frente a los grandes desafíos de país. Es posible que hoy por hoy nos parezca normal ese interés casi desmedido por protagonis­mo; sin embargo, esa situación puede convertirs­e en una verdadera ancla que nos mantenga en el atraso. La búsqueda permanente del reconocimi­ento, lapopulari­dadyel poder que ello implica no permiten alcanzar un mayor grado de madurez en beneficio del país, por eso muchas instancia sin ter institucio­nales de diálogo son poco productiva­s. Enfocarse en resolver las necesidade­s urgentes es prioritari­o. Despuésdet­odo, serpartede­las soluciones y demostrarl­o con hechos ofrece una vía más segura y duradera para alcanzar el tan anhelado protagonis­mo, eso sí, implica trabajar. Seamos parte del cambio de enfoque en nuestras áreas de influencia ,¡ mano sala obra!

“Serpartede SolucioneS­y demoStrarl­o conhechoSe­S víaSeguray duraderaha­cia elprotagon­iSmo”

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