Diario La Prensa

Trabajo, dignidad

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Ens u visita a Génova, ciudad en el noroeste de Italia, el papa Francisco definió la naturaleza del trabajo ante los empleados de la planta sid erúrgica Ilva: “Los hombres y las mujeres se nutren del trabajo, fuente de dignidad. Por esta razón, en torno al trabajo se edifica todo el pacto social. Porque cuando no se trabaja, se trabaja mal, se trabaja poco o se trabaja demasiado, es la democracia la que entra en crisis... Es necesario mirar sin miedo, pero con responsabi­lidad, a las transforma­ciones tecnológic­as de la economía y de la vida, y no resignarse a la ideología que imagina un mundo donde solo la mitad o, quizás, dos tercios de los trabajador­es trabajarán, y el resto estará mantenido por una asignación social... Hay que tener claro que el objetivo verdadero no es la prestación económica para todos, sino el trabajo para todos. Porque sin trabajo para todos, no habrá dignidad para todos... El trabajo de hoy y de mañana será diferente, pero deberá ser trabajo, no jubilación”. Puede que para algunos estas palabras pierdan el color y el sabor de una festividad como la de hoy en la que las reivindica­ciones se convierten en bandera por una horas y el mensaje que no llega al atardecer, porque la fuerza de las conviccion­es y la visión de un futuro, amediano y largo plazo, ce den antes las exigencias del hoy que se enclaustra en una ideología o en intereses partidista­s. “Trabajo para todos” debe ser la urgencia permanente no solo como respuesta eficaz a los graves problemas sociales y al desarrollo económico, sino como exigencia de la dignidad delas personas no de las ventajas o des ventajas acumulativ­as de un sistema que avanza con celeridad al consumismo, ala sinrazón de la existencia carente de pensamient­o propio y ausente del sentir colectivo arrollado por el tener sobre el que se califica a las personas. Capital y trabajo, una mismaruta, hacia la constante confluenci­a de la convivenci­a armónica sobre la que cimentar el desarrollo integral de las personas y el progreso de una sociedad más justa sin la simplicida­d del maniqueísm­o sociológic­o, buenos y malos, al que arrima el discurso vacío de quienes esperan ser escucha dos, el después es harina de otro costal. Los esfuerzos por enfrentar el desempleo o el empleo precario se han multiplica­do, pero falta tanto que siguen asustando sus consecuenc­ias, pobreza, migración, violencia, ruptura de hogar, barreras a la juventud, salud, educación, todo ello, causa-efecto, o efectocaus­a, círculo vicioso que habremos de romper con el esfuerzo de todos hacia la meta común y la unidad sin la que todo quedará en retórica o, peor, en demagogia del 1 de Mayo.

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