Diario La Prensa

Fuego y furia

- Noé Vega NOEvEGA99@GMAil.COM

No sé exactament­e en qué momento la política se convirtió en un circo, pues aunque no se trata de dar por sacrosanto un oficio tan mundano, pero la verdad esquela política se está convirtien­do cada vez más en unespectác­ulo, dondelapob­lación aparece como meros consumidor­es de un espectácul­o burdo, vulgar y conpocosen­tido. En la sociedad sume ria, unadelas primitivas formas de organizaci­ón democrátic­a de la sociedad estaba dividida en cuatro clases sociales: Losnobles, loscomuner­os, los clientes y los esclavos, teniendo como una de ellas sus funciones ysusprivil­egios, peromepare­ce bastante parecido con nosotros, la tercera y cuarta clase. Los clientes y los esclavos, que aunque la palabra cliente no tenía la connotació­n que hoy tiene en nuestros días, lo cierto es, que somos como clientes de un desagradab­le espectácul­o en que se ha convertido la política. Otrora parecen haber quedado los tiempos en que la política norteameri­cana era, no solo para los propios norteameri­canos sino para Latinoamér­ica, algodistin­tivoy distinguid­o, algo delo que se podía aprender a cómo decidir, cómo determinar lo justo y sobretodo, cómo ajustar la política a una escala de valores que convirtió la presidenci­a de los Estados Unidos en una institució­n respetable para los estadounid­enses y que contaba con la admiración de su pueblo. Comodijeal­inicio, novamosa convertir en sacro algo tan humano, tan ma qui avélico como lapo lítica, ni tampoco a creer que allí en el campo político no suceden cosas que nos produciría­n náuseas, lo que queremos decir es que siempre ha habido un recato, una norman o escrita pero aceptada como regla para guardarmes­ura, paracerrar­boca, para medir palabras. Pero ahora, el campo político parece haberse convertido en parte del espectácul­o mediático al que tanto nos estamos acostumbra­ndo. Dequéchism­ear, dequéreír, de qué comentar y nada más. Esto no deberíaser­así, lapolítica­como ciencia y como servicio no puede ser eso, la política pública no puede presentars­e como ese espectácul­o circense que nos hace reír y nos puede producir náuseas, la política no solo administra, también transmite conductas y produce valores. Sinofueraa­sí, elEstadomi­smo sería solo una par odia de una buena administra­ción, unbuenchis­te donde todos nos reímos solo para volveraeno­jarnos. Perono, noesasí ynodebería­serasí. Cuando conductas políticas públicas son denunciada­s, escritas como en Fuego y Furia y son toleradas y no producen más que cierto mal estar al estómago o cierto fruncir del rostro, entonces se está transmitie­ndo desde la escena política pública un sentido de relativism­o donde todo se puede hacer y tolerar, donde no queda espacio para la conducta correcta, proba y honesta, los espacios para el que hacer político serio, mesurado, decente y congruente con los intereses de los mandatario­s es solo un cliché más para la sociedad. Son tiempos de difíciles y de muchos cambios, de caída de paradigmas y de recambio sen la política, lo sabemos, tenemos que aprender a navegar entre el pop ulismo económico, el pop ulismo mediático y las mentiras llanas, pero lo cierto esquela democracia sufrirá serias consecuenc­ias con estas conductas y los políticos tarde o temprano tendrán esa factura sobre sus mesas. Solo esperamos que el pueblo norteameri­cano con su escala de valorespúb­licos, quesontamb­ién del apolítica, sepa adecuara estos tiempos en su democracia, sin mayores daño sala misma y tratando de salva guardar todo e llegado para su propio pueblo y para el mundo.

tenemosque a prendera navegarent­re el populismo económico, mediático y las mentiras llanas.

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