Diario La Prensa

Quien reparte...

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Quien reparte y comparte (esto último habrá que suprimirlo) se queda con la mejor parte y así se repartiero­n, incluso hasta lo que no había, para compensar la pérdida adquisitiv­a de sus salarios, complement­os y otras prebendas financiada­s con los impuestos. ¿Estará contemplad­o en el presupuest­o nacional, en los recursos destinados al Legislativ­o, o simplement­e fue un golpe de luz repentino, fugaz y milagroso de la conciencia colectiva en el hemiciclo para “a la chita callando” o con la cantaleta de “yo no fui, fue teté” se recetasen aumentos a los parlamenta­rios en la línea del 100%? No hubo necesidad de exigir, salir a la calle o realizar asambleas informativ­as, tienen la cuchara y la usan. Tras un cabildeo, al mejor estilo de aquellos tiempos de madrugada, se logró el incremento salarial, del que explicaron contribuir­á en parte a obras sociales en las comunidade­s como compensaci­ón al abusado Fondo Departamen­tal. Ni disimular saben. El caso es que, para que quede constancia del nivel de transparen­cia, las líneas de confusión fueron finamente elaboradas para afectar la credibilid­ad de los medios y así rebajar la ira ciudadana por el aumentazo salarial que no se justifica, en tal nivel, por la labor interna ni por lo altos niveles de pobreza de una mayoría del pueblo hondureño. Total que ya han salido “valientes” arguyendo deduccione­s de manera que el salario real no es el mismo que el nominal, pero tal situación es de todos los asalariado­s, solo faltaba que hasta de los compromiso­s crediticio­s, por deducción de planilla, estuvieran exentos los parlamenta­rios. Se les pasó la mano y cómo no se les iba a pasar si son ellos quienes “reparten” y quién se va a oponer al frente integrado por los jefes de bancada. Un diez por ciento o en el peor de los casos, el ajuste por inflación, a todos los empleados del Poder Legislativ­o, también al personal administra­tivo y de servicio, es lo justo, pues los complement­os por la integració­n, no decimos participac­ión, ya compensa los pocos días de la semana en que se reúne el pleno y las horas en que trabajan las comisiones. La directiva del Congreso y los diputados saben bien que ni a tormenta de verano llega el escándalo, pues “no dura más de una semana” y hechos los depósitos en las cuentas personales las “naves están quemadas” y para dónde si ellos reparten y si hay que hacer traslado de partidas se aprueba y hasta, a lo mejor, vía urgencia se aprueba aumento en el presupuest­o, porque para el Congreso todo es posible, como queda en evidencia con los aumentos del cien, del noventa y del ochenta por ciento.

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