Delicia congelada
Para subirte el ánimo, refrescarte en una tarde soleada o, simplemente como postre, el helado siempre pone de buenas. Lo puedes pedir en cono o vaso, doble o sencillo, con chocolate líquido, e, incluso, agregarle toppings. A ciencia cierta, se desconoce dónde se inventó, pero una de las historias más populares es que los chinos preparaban un dulce congelado de frutas y miel, en el que empleaban nieve de las montañas. En el imperio de Alejandro Magno hacían una mezcla similar y los romanos copiaron esa prác- tica, la diferencia es que crearon la pajilla para poder consumirlo y usaban insumos de Los Alpes. Siglos después, en París, se abrió la primera heladería del mundo, cortesía del italiano Procopio, quien bautizó su local como “Café Procope”, el cual tuvo tanto éxito que el mismísimo Rey Luis XIV lo felicitó por su labor. De ahí, los italianos guardaron por mucho tiempo el secreto de su elaboración, pero, gracias a los vendedores ambulantes, el helado se popularizó y, en el siglo 18, se incluía en todas las recetas. De hecho, la primera máquina para elaborarlos la hicieron ellos, en 1660. En México, se dice que el emperador Moctezuma se deleitaba con nieve de los volcanes, aderezada con vainilla y miel.
Rico y saludable. Esta delicia no es una golosina, ya que posee diversos nutrientes que te ayudan a crecer sano y fuerte. Contiene vitaminas como la B2, la cual está relacionada con la oxigenación y respiración de tus células. Como ocupa ingredientes de origen lácteo, te aporta calcio, necesario para tus huesos.