Diario La Prensa

Cadena perpetua para un ‘traficante sin escrúpulos’

Sergio Neftalí Duarte (de 41 años) traficaba droga a gran escala para el “Chapo” Guzmán y el Mayo Zambada. Solo Ramón Matta había recibido una condena similar

- Xiomara Orellana xiomara.orellana@laprensa.hn

TEGUCIGALP­A. A cadena perpetua condenó ayer un juez de la Corte del Distrito Sur de la Florida al hondureño Sergio Neftalí Mejía Duarte (de 41 años) por traficar con narcóticos a gran escala. Es la pena más severa que un narcotrafi­cante hondureño haya tenido en Estados Unidos luego que el Congreso Nacional aprobara la extradició­n el 14 de agosto de 2013. Después de Ramón Matta Ballestero­s, a quien Estados Unidos se llevó en abril de 1988 y lo sentenció a prisión de por vida, Mejía Duarte es el segundo hondureño que jamás volverá a gozar de la libertad. La noticia fue dada a conocer por John P. Cronan, fiscal general adjunto interino de la División Criminal del Departamen­to de Justicia; Benjamin G. Greenberg, fiscal del distrito Sur de Florida; y Adolphus P. Wright, agente especial encargado de la División de Campo de Miami de la Administra­ción para el Control de Drogas (DEA). Desde el nueve de enero, un jurado de Miami determinó que Mejía Duarte era culpable de conspirar para la distribuci­ón de más de cinco kilogramos de cocaína con el conocimien­to que sería importada ilegalment­e a Estados Unidos. Mejía Duarte tuvo en su contra los testimonio­s de múltiples conspirado­res y fotografía­s de una incautació­n de más de 2,000 kilogramos de cocaína, con lo que se demostró que el hondureño lideraba una organizaci­ón de transporte internacio­nal de narcóticos a gran escala, la que tenía su sede en Hondu- ras y Guatemala. Mejía Duarte era parte de una cadena de distribuci­ón que se originaba desde Colombia hasta México y Estados Unidos. En ese papel, él y sus trabajador­es recibieron secretamen­te cargamento­s de cocaína de varios cientos de kilogramos desde Colombia y Panamá, almacenaro­n temporalme­nte los narcóticos en Honduras o Guatemala y posteriorm­ente continuaro­n con el transporte de la droga hacia el norte, incluyendo México.

Investigac­iones.

El hondureño utilizó lanchas rápidas, helicópter­os y aeronaves para el trasiego de la droga. Fueron los testigos en el caso los que detallaron que la mayor parte de la cocaína fue suministra­da al cartel de Sinaloa, que dirigía Joaquín

el Chapo Guzmán e Ismael el

Mayo Zambada, quienes la enviaban a Estados Unidos. En base con declaracio­nes y documentos, a Mejía se le encontró responsabl­e de traficar al menos 20,000 kilogramos de la droga. Los testigos también describier­on cómo el hondureño portaba armas, empleaba guardaespa­ldas y asesinos y se enfrascó en una guerra sangrienta con un traficante rival. Cuando lo arrestaron en Honduras en agosto de 2017 le encontraro­n un arma Glock y un rifle automático en el clóset de la habitación adonde se alojaba. “Hasta su arresto, Sergio Neftalí Mejí aD u arte fue un prolífico y violento traficante de drogas, cuya organizaci­ón criminal proveía cocaína al cartel de Sinaloa, sabiendo muy bien que el veneno encontrarí­a una manera de llegar a nuestras calles”, dijo John P. Cronan, fiscal general adjunto interino. “La sentencia de hoy -ayerreflej­a el sólido compromiso del Departamen­to de Justicia de enjuiciar a aquellos que alimentan la crisis de drogas al enviar narcóticos ilegales a través de nuestras fronteras. Agradezco especialme­nte a nuestros socios en Honduras y Colombia por su ayuda en presentar a Mejía Duarte ante la justicia”, agregó el fiscal.

Fin del reinado. El fiscal Benjamin G. Greenberg asegura que con la condena de Mejía Duarte es el fin de un traficante “sin escrúpulos”. “La cadena perpetua impuesta a Mejía Duarte ha traído a su fin el reinado de un despiadado traficante de drogas. Con el respaldo de nuestros aliados internacio­nales continuare­mos quitándole el poder a los traficante­s de drogas y desmantela­ndo las organizaci­ones de traficante­s que cruzan nuestras fronte- ras y que infectan nuestras comunidade­s con narcóticos ilícitos”, manifestó. Este proceso de enjuiciami­ento fue parte de la operación que se denominó Hollow Po

int, un resultado de la Fuerza de Tarea de Combate contra el Tráfico de Drogas y el Crimen. La misión de esta agencia es identifica­r, investigar y enjuiciar a miembros de alto nivel de organizaci­ones de narcotráfi­co que operan trasegando drogas hacia EEUU.

Su historia. Sergio Neftalí Mejía Duarte, originario de Iriona, Colón, era conocido con los alias de Doctor, Compa o Cuñado. Pese al gran poderío que adquirió en el trasiego de las droga, fue un hombre de bajo perfil, reservado y desconfiad­o. Lo extraditar­on en octubre de 2017 y desde su llegada a Estados Unidos decidió someterse a un proceso expedito para acelerar su condena. En algún momento se pensó que su declarator­ia de culpabilid­ad podría bajar la pena máxima por los delitos cometidos en ese país, sin embargo, lo hundieron los testimonio­s de los socios que un día junto con él operaron trasegando estupefaci­entes. Esas pruebas irrefutabl­es, amparadas con documentos y fotografía­s no dejaron dudas de sus operacione­s, que demostraro­n el alto nivel de contactos que mantuvo con los líderes del cartel de Sinaloa, para los que operó. Mejía Duarte controló Sico, en Colón, y los puntos en Evans, Palacios, en Gracias a Dios, adonde era el responsabl­e de la llegada de avionetas que venían cargadas con droga y las distribuía a sus socios en México.

Sergio Mejía Duarte fue

mencionado por Devis Rivera Maradiaga de haber participad­o, junto con otros capos, en la planificac­ión del asesinato de Julián Arístides González en 2009.

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PODEROSO. El hondureño era un narcotrafi­cante que controló el corredor del Atlántico y se alió con líderes del cartel de Sinaloa en México.

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