El aprendiz de político
Si hay algo que nos ha demostrado la historia política moderna de nuestro país y su población electoral, es que a la hora de elegir a un presidente lo hacepor aquellosque han tenido la oportunidad de adquirir experiencia en la administración pública. Le gusta la gente fogueada y, por supuesto, aquellos que en diferentes cargos han sido generosos con la población, o como decía mi abuela (que Dios la tenga en su reino) saludando con sombrero ajeno. Así es el pueblo hondureño, nada analista a la hora de votar por aquel o aquella que representa un cambio o una mejor opción; a la hora de elegir aplica el dicho Más vale viejo conocido, que
nuevo por conocer. Los electores hondureños prácticamente en diferentes procesos electorales han desechado a los que considera como aprendices de políticos. Los votantes ya tienen su oído predispuesto al político tradicional y no aceptan un nuevo discurso, por el contrario, lo repudia, lo aborrece y en las urnas lo castiga como si se tratara de una peste o un bicho raro que viene a cambiar el statu
quo. No soporta escuchar discursos de gente que se presenta ante ellos como inmaculados, a estas personas prácticamente les hacen los ojitos de cangrejo, no le creen ya sea por instinto o por su naturaleza de ser un elector que no cree en cuentos chinos ni cantos de sirena y no se traga así no más una nueva forma de hacer y de promover la política. Pero en este tema el aprendiz de político tiene la culpa, pues entra en un campo para el cual no tiene vocación. Un político con vocación desde muy joven tiene la aspiración y se involucra de forma activa para tomar parte en el acceso al poder o de influir en la distribución del mismo, ya sea entre los diferentes poderes del Estado, buscando ser parte dentro de la administración pública, además se participa para mediante sus opiniones públicas influir a los distintos grupos de individuos que integran una sociedad. Convirtiéndose en una especie de líder sobre un grupo de individuos.