Una bicolor lenta y desactualizada
Salvador Nasralla
Después de ver a la Selección Nacional jugar un amistoso contra Corea en Daegu, se confirma que el fútbol que se está jugando en Honduras no tiene nivel internacional, ya que esta selección asiática, que no está entre las favoritas del Mundial de Rusia, difícilmente superará la primera fase que disputará contra Alemania, Suecia y México. La velocidad física y técnica de nuestros jugadores fue fácilmente contrarrestada por su rapidez mental y sin gran esfuerzo nos vencieron 2-0 pese a que no jugaron todos sus titulares. Podemos argumentar que no contamos con Albert Elis, Rommel Quioto ni Anthony Lozano, pero no creemos que eso haga gran diferencia, pues aun con el refuerzo de Alex López y Roger Rojas, quienes triunfan en Costa Rica, la Bicolor se vio lenta y desactualizada con más virtudes defensivas que ofensivas, muy al estilo de la Liga Nacional. Mañana podremos ver por televisión a nuestra Selección en Houston contra El Salvador, un rival técnico que nos va a reconfortar porque casi siempre ganamos a merced a que ellos son menos veloces y practican un fútbol menos exigente. Es el momento de reflexionar sobre la inyección de dinero que se debe hacer en el fútbol menor, que se encuentra abandonado, ya que la dinámica a la que está acostumbrada la mayoría de los futbolistas mayores de 20 años es tan pobre que cualquier extranjero de cuarta división de otros países triunfa aquí. Si la inversión no la hace la Fenafuth nuestro balompié continuará cayendo porque los clubes actualmente no tienen fondos ni siquiera para subsistir, mucho menos para invertir en divisiones inferiores. La mala alimentación y educación durante la niñez de la mayoría de nuestra población está pasándonos factura al punto que cada vez las virtudes de potencia física que le permitieron a algunos triunfar en el extranjero han dejado de gravitar y la mayoría de “estrellas” que aparecen apenas alcanzan para ser exportados a la segunda división de otras naciones. En conclusión, no recomiendo gastar grandes cantidades en un entrenador mundialista, sino dedicar los escasos recursos para traer profesores de fútbol y construir canchas o fomentar las escuelas de balompié.