Diario La Prensa

Guerra comercial y negociacio­nes

- Juan Ramón Martínez ed18conejo@yahoo.com

No es fácil mantener el pulso al momento de efectuar un análisis de la situación mundial. El liderazgo que ha ejercido Estados Unidos después de la derrota de Hitler, en la medida en que ha cambiado de estilo, ha tenido efectos estremeced­ores en el comercio mundial, en las relaciones diplomátic­a se incluso en las elecciones de varios países de casi todos los continente­s. Metodológi­ca mente, las relaciones se establecía­n por medio del ejercicio de la diplomacia. Y esta era muy prudente, incluso, casi secreta. Kiss in ger fue el que le dio un aire público alas relaciones entre las potenciase­n discordia haciendo públicos sus viajes, dando declaracio­nes sobre sus pretension­es y, al final, haciendo públicos los acuerdos. El fracaso de la diplomacia se sabía, era el principio de la guerra. Y esta tenía una frontera: la distensión nuclear por medio del reconocimi­ento de los dos grandes adversario­s: la Unión Soviética y Estados Unidos, que en una confrontac­ión no habría ganadores. Pero con la llegada de Trump a la presidenci­a de los Estados Unidos, las relaciones internacio­nales han cambiado mucho en cuanto al estilo se refiere. Son públicas las pretension­es de las partes y, además, cargadas de fuerte contenido amenazador. Es la popularida­d de la antidiplom­acia, sustituida por la amenaza inmobiliar­ia en que la negociació­n empieza desorbitad­a e incluso imposible para lograr acuerdo. Para al final, intercambi­adas las amenazas, llegar aun acuerdo. Posiblemen­te esto tiene mucho que ver con la experienci­a inmobiliar­ia del Presidente Trump y que le permitió, desde la amenaza, y la expresión fuera del cuadro normal, provo carmi e do en el otro que, sin alternativ­a, aceptaba al final un acuerdo. Este estilo de relaciones tiene en vi lo al mundo comercial. Trump quiere recomponer­lo, por medio dela supresión de los tratados multi laterales–específica­mente los que le son desfavorab­les– sustituyén­dolos por acuerdos bilaterale­s y el establecim­iento por todos, de aranceles definidos. Y por supuesto, suprimiend­o la OMC; desde esta agresiva visión particular no hay disputa que no se tenga que resolver con el otro, prescindie­ndo de cualquier tribunal que haga decisiones por encima de los intereses de los interesado­s. Es decir que es desde la tensión que provoca la amenaza, hacia abajo, que se hacen lasnegocia­ciones. Con el loha disparado todos los mecanismos en uso. Mismos que han permitido que desde 1945, no sehaya producido una guerra mundial. El conflicto con México y Canadá, los problemas con Europa y con Rusia, provocan preocupaci­ones fundamenta­das, por que igual que en el pasado, las guerras comerciale­s han precedido alas grandes guerras. Hasta ahora, a Trump le ha funcionado: amenaza y al final, negocia al término medio. Como lo ha hecho con China e incluso con Corea del Norte. Pero Putin ha querido mostrar el músculo, haciendo una cita de Einstein: yo no conozco cómo se librará la tercera guerra mundial; perol acuartase hará con garrote y piedras. Es decir que Putin, con esto, quiere anticipar que una guerra nuclear, destruirá la civilizaci­ón occidental. Ahora bien, qué pintamos nosotros– las sociedad es satélites–en este pleito entre los grandes. En términos comerciale­s, los argumentos de Trump para denunciar los tratados de libre comercio, de repente son justifica dos para valor ar nuestras relaciones comerciale­s con los Estados Unidos. Pero como ca recemos de fuerza para amenazar, porque si lo hiciéramos caeríamos en el ridículo, la única alternativ­a para que Estados Unidos negocie en términos favorables para nuestros intereses, es que le continuemo­s enviando población nuestra, que es rechazada por Trump y sus seguidores. Pero como talcosa no es honrada, tenemos que hacer un esfuerzo para desarrolla­r un nuevo discurso en que confrontem­os los intereses de los Estados Unidos frente a los nuestros. Porque sino lo hacemos, la guerra comercial de Estados Unidos en contra de sus pares, en vez de beneficiar­nos más bienno safectará. Y aquí, con un poco de talento, tenemos que ponerle precio a nuestras contribuci­ones a su seguridad. Por que no podemos continuar colocando todas nuestras posiciones a su servicio, a cambio denada. Por que aun que nos queramos engañar unos con otros, viendo hacia el otro lado, le estamos sirviendo a Estados Unidos a cambio desudes precio. Para disimular, solo saludos y promesas.

“Hay que poner precio a nuestras contribuci­ones a la seguridad de eua, a Hora a cambio de nada”

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