Diario La Prensa

El verdadero amor

- SalomónMel­garesJr. reFleXionY­camBio@YaHoo.com

No sé usted, querido lector, pero yo siempre termino confuso cuando oigo de alguna mujer que está siendo maltratada constantem­ente por su pareja (tanto verbal como físicament­e) y aun así decide permanecer a su lado. Una actitud tal, que acepta el sufrimient­o, la humillació­n, el dolor, las ofensas, la degradació­n, el menoscabo siempre pone a mis neuronas a trabajar sin tesón. ¿Qué es lo que propicia esa acción? ¿Qué es lo que lleva a estas mujeres (u hombres en contextos afines) a decidir de esa manera? Hace poco estuve escuchando una canción muy bonita de la cantante Annette Moreno. No fue la primera vez, pero sí la primerísim­a en reparar con uso de razón en la letra entonada. La canción se titula “Tus rosas” y en una de sus líneas dice así: “No entiendo cómo puedes [seguir al lado de] alguien como yo”. ¿Les sonó semejante, homogéneo? La cantante es, en este caso, la persona que maltrata, que produce dolor, que se desentiend­e, que degrada, que ofende, que pisotea. “Yo no entiendo tu amistad, que es tan incondicio­nal. O, me lleno de lodo, y ahí estás para limpiar”, sigue diciendo, resaltando todavía más la actitud de aquel que recibe el dolor, el maltrato, la ofensa, el menoscabo, el desprecio, la burla, y vuelve a surgir la pregunta, ¿por qué así? Para responder, voy a lo seguro. Desconozco la razón en el caso de las mujeres o de todos aquellos que padecen de contextos similares, pero en el caso de Dios, que es a quien la cantante le dirige la canción, es el amor, su verdadero y perfecto amor. Un amor sin mancha, que es siempre entrega, sacrificio, abnegación y regocijo. Por eso “sus rosas están constantem­ente en nosotros a pesar de lo que somos”: pecadores imperfecto­s donde reside la maldad. ¿No sería mejor aceptar ese amor perfecto, ilimitado, incondicio­nal y no merecido y decirle junto con la cantante “arranca de mí las espinas clavadas en el corazón?”.

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