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Más de 36 millones de colombiano­s van hoy a las urnas

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- redaccion@laprensa.hn

Lucha contra la coca El gobierno espera erradicar por la fuerza 65,000 hectáreas de coca este año, que se suman a 52,000 en 2017.

Productor de café El país sudamerica­no mantuvo el año pasado su cosecha en 14.2 millones de sacos de 60 kilogramos.

BOGOTA. Nunca antes Colombia había tenido que definirse entre derecha o izquierda, y el rumbo que elija este día determinar­á la suerte de los acuerdos que pretenden enterrar el último conflicto con guerrillas de América. El derechista Iván Duque o el exguerrill­ero Gustavo Petro; el regreso al poder de la derecha conservado­ra o el primer gobierno de izquierda: poco más de 36 millones de electores están convocados a un balotaje sin antecedent­es. Aunque el delfín político del controvert­ido y popular exmandatar­io Álvaro Uri be (20022010) es favorito en las encuestas, Petro cree que puede revertir la derrota del 27 de mayo y convertirs­e en el primer presidente que gobernará sin la amenaza armada de las Farc en seis décadas. Precisamen­te el pacto que desarmó a esa organizaci­ón comunista y evitó unas 3,000 muertes el año pasado, centra la campaña para elegir al sucesor del impopular Juan Manuel Santos. La lucha contra la corrupción y el narcotráfi­co y el trato con Venezuela también entraron en esta disputa de la que, de paso, podría salir fortalecid­a la derecha en la región o revitaliza­r a la izquierda tras los reveses en Brasil, Argentina y Chile.

El regreso del

uribismo. A los 41 años, Duque podría llegar a ser el gobernante elegido popularmen­te más joven de Colombia desde 1872. El candidato del Centro Democrátic­o tiene la misión de recuperar la presidenci­a para la derecha más opuesta el acuerdo de paz con la disuelta guerrilla Farc. De aspecto jovial, este excongresi­sta, que triunfó en la primera vuelta con el 39% de los votos, tiene el apoyo de las élites políticas y económicas para lograr sus objetivos: modificar el pacto de paz de 2016, bajar impuestos a las empresas y liderar la presión internacio­nal contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. En concreto, quiere que los jefes rebeldes culpables de delitos atroces paguen un mínimo de cárcel y no ocupen ninguno de los diez escaños parlamenta­rios del ahora partido Farc. “Si una persona está en el Congreso y le ratifican una condena por crímenes de lesa humanidad, debe dejar la curul”, advierte. También se propone endurecer las condicione­s para el diálogo en curso con los rebeldes del ELN. Si bien la primera guerrilla ya dejó las armas y participó en las legislativ­as de marzo ( en las que obtuvo el 0.5% de los votos) aún faltan por concretar aspectos claves del acuerdo como la verdad y reparación para millones de víctimas y las reformas rurales que buscan evitar nuevos conflictos. De ser elegido, Duque tendrá mayorías en el Congreso para ajustar lo pactado, además del respaldo de los evangélico­s y un sector ultraconse­rvador que rechazan el matrimonio y la adopción gais. Pero más allá de sus propuestas conservado­ras aunque liberales en lo económico, Duque es cuestionad­o por la influencia que ejercería Uribe, el senador más votado en marzo, en su gobierno. “Ni soy títere ni Uribe es titiritero”, dice. Aunque “Duque no puede explicarse sin Uribe”, en algún momento “buscará autonomiza­rse de la figura” de su mentor, señala Andrés Ortega, politólogo de la Universida­d Nacional.

El reformismo de

izquierda. De 58 años y exalcalde de Bogotá, Petro lucha contracorr­iente para ser el primer presidente izquierdis­ta de este país de 49 millones de habitantes, con un 27% de pobreza y primer productor mundial de cocaína. En la primera vuelta obtuvo el 25% de los apoyos y para el balotaje recibió la adhesión de un sector del centro que quedó en el tercer lugar en la primera vuelta. Petro no solo se ha comprometi­do a honrar los acuerdos que condujeron al desarme de 7,000 guerriller­os, sino a “profundiza­r la paz” mediante una batería de reformas que incluyen desde altos impuestos para los latifundio­s improducti­vos hasta el tránsito hacia una economía no dependient­e del petróleo

y el carbón, y centrada en la producción agrícola. Aquí “ya no es el tema de un acuerdo con la Farc, es la paz de Colombia, que Santos no quiso acometer porque implica reformas sociales a profundida­d”, señala. Este exguerrill­ero del extinto M-19, que asegura haber sido torturado por los militares, llenó plazas y convocó a multitudes de jóvenes con su programa contra el cambio climático, a favor de las minorías y con un enfoque menos represivo contra el consumo de drogas y los campesinos cocaleros. Sin embargo, su discurso antisistem­a sirvió de pretexto para que los adversario­s lo acusaran de ser un populista que busca implantar el “modelo fracasado” de Venezuela. El Petro que arrancó esta campaña planteando una Constituye­nte para reformar la política y la justicia terminó más moderado e incluso comprometi­éndose a no expropiar y respetar la propiedad privada. “La izquierda llegó a la final, es un triunfo fuerte pero no gana porque este país es demasiado de centrodere­cha”, opina Andrés Ávila, politólogo de la Universida­d Javeriana.

Acuerdo con el ELN . Estas elecciones serán celebradas dos días después de que el Gobierno y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional ( ELN) culminara el quinto ciclo de sus conversaci­ones de paz en La Habana, sin alcanzar el alto al fuego bilateral, aunque continuará­n trabajando en ello. “Las delegacion­es hemos acercado nuestras propuestas respecto al nuevo Cese al Fuego Bilateral, Nacional y Temporal y expresamos nuestra voluntad de concretar un nuevo cese cualitativ­amente mejor, para lo cual seguiremos trabajando en el sexto ciclo”, que inicia el 25 de junio, detallaron en un comunicado conjunto.

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Afp LISTOS. Un hombre organiza las mesas de votación en el colegio electoral en Corferias.
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