Diario La Prensa

El papa Francisco le pide a sampedrana que rece por él

“Misión cumplida mi viejita hermosa”, le dicen sus nietos a Trinidad Vargas A sus 84 años cumplió su sueño de conocer al Papa y hasta conversó con él

- Lisseth García doris.garcia@laprensa.hn

“Ahora usted tiene que rezar mucho por mí”, fue la petición que el papa Francisco le hizo a la sampedrana Trinidad de Jesús Vargas. Conocer a su Santidad, conversar con él, tomarlo de la mano y recibir su bendición fue el mejor regalo que Trinidad pudo recibir en su cumpleaños número 84. Ella nunca imaginó que el sueño se le haría realidad, todos los días escucha y mira los mensajes del papa y después los comparte con su familia. Es una de sus fieles admirador as, unamujer católica, de vota y con una fe que contagia. Cumplió 84 años el 27 de mayo y sus nietos Gabriel Arturo, Fanny Mirlanda y el padre Henry Asterio Rodríguez planificar­on regalarle un viaje a Roma para que cumpliera uno de sus sueños. Fue así que Trinidad de Jesús, acompañada de sus nietos, emprendió el viaje sin imaginar la experienci­a que viviría al tener frente a frente al santo padre. Los tres llegaron puntuales a la plaza San Pedro, don de miles de católicos de todo el mundo esperaban al santo padre. Ella iba ataviada con un vestido color púrpura que contrastab­a con su cabello gris. Sin duda sobre salía entre el grupo de personas que permanecía­n sentadas en sillas de ruedas. Lograron un lugar preferenci­al, mejor dicho especial, y ahí ambos: el padre Henry y su abuela vivieron momentos únicos.

Testimonio. Ella ha sido nuestra segunda madre, ayudó a mis padres a cuidarnos mientras trabajaban, recuerda el padre. “Ha vivido con nosotros siempre y es una admiradora del papa Francisco y todos los días lo ve por la TV, nos cuenta los mensajes que él transmite y está muy pendiente de las noticias de la Iglesia”. Es una mujer muy devota y para ella, ir a Roma era un sueño que el señor cumplió con creces porque los bendijo de una manera sorprenden­te. “Nunca imaginamos qué tan cerca estaríamos de su santidad y fue una sorpresa que nos saludara e incluso platicara con nosotros”, dijo emocionado el sacerdote. “El papa nos preguntó de dónde éramos y le expliqué que hondureños y le conté cuál era mi misión en la diócesis de San Pedro donde soy el encargado de vocaciones. Él me dijo que era un trabajo muy delicado, pero hermoso. Le expliqué quién era ella; primero pensó que era mi mamá, pero le dije que era mi abuela”, cuenta el sacerdote. El papa Francisco dijo es la Nona, que en Italiano significa abuela y nos preguntó cuando y cuántos años había cumplido. “Le dije que conocerlo era su regalo de cumpleaños, entonces nos preguntó cuántos cumplió, le respondimo­s que 84 e inmediatam­ente el papa la miró y le dijo: “Usted ahora tiene que rezar mucho por mí y le dio un beso”. Totalmente emocionada, la abuela le pidió la bendición de una medalla de la Virgen. El santo padre lo hizo y luego ambos, el padre y su abuela, tuvieron la oportunida­d de besar el anillo del pescador. El hermoso momento terminó con la bendición papal.

La Plaza San Pedro está situada en la ciudad del Vaticano, hasta donde llegan millones de visitantes. Pocos pueden ver al papa.

Reacción. Para Trinidad, la experienci­a es única. Dice que sintió que el corazón se le salía de la alegría. Quería llorar de la emoción que no le cabía en su pecho, pero logró controlar separa disfrutar el momento. Daba gracias a Dios en voz alta por el momento y el Papa le dijo que también agradecier­a a sus nietos. La señora dice que miró al papa más joven en persona que en la televisión, más saludable y además sus manos son muy suavecitas. No se cansa de dar gracias a Dios por el momento y a sus nietos, Gabriel Arturo, Fanny Mirlanda, el padre Henry y a Saúl, que ya descansa en paz porque son su vida. Además a su hijo Henry Asterio y a su esposa Miralda de Rodríguez. “Nunca podré pagar todo el bien que han hecho para que mi gran sueño hoy sea una realidad”, dice.

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REGALO. El papa Francisco conversó con el sacerdote hondureño Henry Asterio Rodríguez y su abuelita Trinidad de Jesús. INOLVIDABL­E. El papa la felicitó por su cumpleaños y le dio un beso en su frente.
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BENDICIÓN. Sus nietos le regalaron un viaje a Roma sin imaginar el regalo que Dios le tenía, conocer personalme­nte al Papa.

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