Diario La Prensa

Contaminac­ión

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Foros, simposios, conferenci­as, estudios, todo un mundo de buenos deseos y expresione­s acertadísi­mas, pero sin respaldo de acciones, sobre el daño al ambiente por la contaminac­ión de las aguas residuales que, sin ningún tratamient­o, son vertidas directamen­te a los cauces de los ríos, quebradas y lagunas. Lo trágico, cuya consecuenc­ia es evidente, es el desinterés por mitigar daños irreversib­les y hallar soluciones para el rescate de la naturaleza, de los ecosistema­s como protección de la vida. Y mientras arriba no se perciban cambios, será como echar sal al mar el inculcar a las jóvenes generacion­es para crear en ellas conciencia de la “casa común”. Decir una década es quedarse corto. Durante años se ha hablado sobre la necesidad de dar una solución eficaz y duradera al problema del tratamient­o de las aguas servidas en la capital industrial del país que mantiene en la parte baja de ciudad, el sector del valle, las cloacas a cielo abierto como han sido calificado­s los ríos que recorren el municipio, carente de un Plan Maestro de Alcantaril­lado Sanitario, que debiera calificars­e de prioridad en el Plan Maestro de Desarrollo Municipal (PMDM) y trazar una ruta con ejecutores, fechas y financiami­ento que no es poco. Un informe, recienteme­nte elaborado, sobre la contaminac­ión ambiental y su impacto pone en evidencia el deteriorad­o “estado de salud” del lago de Yojoa, y las lagunas Jucutuma y Alvarado, estas dos últimas por la evacuación de las aguas crudas de una población cada vez más numerosa que se va asentando en sus cercanías. La primera suma a sus aguas negras e industrial­es la invasión el lirio acuático con disminució­n de oxígeno en sus aguas. En cuanto a la laguna porteña, basta señalar que a ella llegan las aguas del Chamelecón, cuyo cauce es el de mayor contaminac­ión en el país. El centro de la atención o el núcleo de la solución no es otro que el tratamient­o de las aguas servidas de San Pedro Sula con dos grandes protagonis­tas, municipali­dad y empresa concesiona­ria, para hallar una solución permanente puesto que cada día transcurri­do es más costosa y con daños en el ambiente que se reflejan en el deterioro de la calidad de vida de la población. “Se debe actuar inmediatam­ente”, pero no con paliativos, sino llegar al origen, la contaminac­ión del agua en crecimient­o que, como veneno contra la vida, llega a ríos, quebradas y se concentra en lagos y lagunas. Durante décadas se ha hablado, la contaminac­ión sigue ejerciendo poder de convocator­ia, pero solo hasta ahí, apenas se han visto los efectos y no se llega a la raíz, a las causas.

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