Solo intereses
Mucha es la arrogancia, infinita la discriminación y reflejo de supremacismo en el vocabulario utilizado en el ámbito oficial norteamericano que, sin bien es cierto, la historia de la humanidad es un flujo y reflujo, olas que llegan a la playa y regresan a la mar, los extremos reflejan el instinto belicista desarrollado en el que la intolerancia cierra las puertas a cualquier solución que no sea la prevista o calculada por el intolerante. La división forzada de las familias con la separación de niños es, sin duda, una de las más aberrantes e inhumanas de los últimos años, puesto que bien es conocida la necesidad de que los niños estén en familia para su desarrollo emocional, en deterioro, la mayor parte de las veces, en sus países de origen. A las calamidades en su tierra natal han de sumar el denigrante encarcelamiento, un despreciable trato y una sobrevivencia en ambiente hostil en el que ni siquiera el rostro de las personas cercanas inspira la menor confianza, mucho menos seguridad. El daño está hecho y quizás algunos con el correr de los años recuerden como anécdota los días y las noches en que tuvo otro niño a su lado arropado con una cobija térmica y la mirada fragmentada con la malla ciclón que limitaba el espacio de la jaula en que estuvo semanas o quizás meses. Así lo exige la tolerancia cero y así la ponen en práctica sus creadores que han hecho de la inmigración el tema de Estado para conservar los votos y atraer a otros con las políticas de aislamiento, y con el rechazo práctico de la globalización. Bien dicen que la política norteamericana no tiene aliados o amigos, sino simplemente intereses que en la administración Trump protagonizan una involución que enfrenta incluso a sus amigos tradicionales, los europeos, los vecinos en el hemisferio y a otros países con los cuales había un mejoramiento progresivo por medio del comercio y la diplomacia como baluartes de geopolítica. FRANCISCO MALDONADO C.