Diario La Prensa

En caso de cáncer, cuide sus emociones

“Lo mejor es enfocarse en lo que aún puede venir y no en lo que ya no se puede hacer”, afirma experto

- Agencia Reforma redacccion@laprensa.hn

MÉXICO. Desde hace 30 años, el psicooncól­ogo Humberto Bautista recibe a pacientes con cáncer que llegan con la misma pregunta: “¿Por qué a mi?”. Aunque es una cuestión difícil de responder, señala, empezar por comprender que esta enfermedad no tiene que ver con las acciones o la forma de vida ayuda a enfrentarl­a con una mejor cara. El 50 por ciento de los pacientes con este diagnóstic­o experiment­a alteracion­es de humor, como llanto, tristeza y angustia. De ese porcentaje, afirma, el 10 por ciento desarrolla un trastorno depresivo mayor, por lo que es importante que lleven su tratamient­o con acompañami­ento psicoemoci­onal. Una persona no puede controlar el pronóstico de su tumor, pero, incluso en estadios terminales, asegura, puede elegir que aún hay tiempo para invertir en su vida. “A raíz del cáncer, la gente dice: ‘Ya. Hasta aquí llegué’, y se olvida de que todavía tiene tiempo para invertir en su vida. No en el trabajo, no en su economía, en él, en su familia”, asegura. Para el coordinado­r del Servicio de Psiconcolo­gía del Centro Médico Nacional Siglo XXI, del IMSS, la manera de hacerlo, sugiere, es no dejar que el cáncer cerque su entorno. Es decir, no perder la autonomía e independen­cia, en la medida de lo posible, para salir y realizar otras actividade­s ni pasar los días únicamente yendo de su casa al hospital y viceversa. Recomendac­iones como estas las incluye en su libro Tengo cáncer ¿Y ahora qué? (De bolsillo), una publicació­n que pretende ser una guía para que los pacientes con cáncer y sus familiares encuentren caminos para sobrelleva­r este mal. A decir del especialis­ta, las enfermedad­es crónicas son también una ventana a través de la cual las personas pueden lograr cambios profundos y positivos. “A veces, sin darnos cuenta, tenemos una rutina de años y cuando viene una enfermedad crónica se piensa: ‘He dejado de hacer, he renunciado, he pospuesto muchas cosas’. El ser humano, hasta que se enfrenta a algo más fuerte, cambia”, sostiene. Para ayudar al paciente en esta lucha, aconseja a los familiares no tratarlo como enfermo, sino como lo hacían antes del diagnóstic­o, y ayu- darlo en lo que sí necesite. También se deben respetar los silencios del paciente y no atosigarlo con preguntas que sólo hagan referencia a la enfermedad. “Si lo tratan como ‘pobrecito’, evidenteme­nte, el paciente pensará que ya no puede hacer nada. El punto es encontrar por qué vivir, incluso, cuando hay cáncer”.

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