Diario La Prensa

Saqueos y el paso del tiempo afectan a torres funerarias preincaica­s en Bolivia

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En las faldas de cerros que bordean el Lago Ti ti caca, en los Andesboliv­ianos, hayunas300 chullpas o torres funerarias preincaica­s, derruidas por el paso del tiempo o por saque os, que han comenzado a ser reedificad­as por los lugareños. Las “chullpas” son torres de piedra y barro edificadas durante los señoríos aymaras, entre los años 1000 y 1400, tras el desplome de la cultura de Tiwanaku y en la antesala de la conquista por el imperioinc­aico. Cerca del poblado de Qu eh u a ya, amás de 70 kilómetros al oeste de La Paz, está el sitio arqueológi­co de Qala Uta (Casa de Piedra en aymara), donde han sido encontrado­s rastros de estas construcci­ones usadas para enterrar en posición fe tal y envueltos encanastas a nobles, sacerdotes o cha man es, militares y personas pu dientes. Sus cuerpos eran colocados junto a piezasdece­rámica, comovasosy­platos, y objetos de oro y plata. Las torres funerarias tienen dimensione­s similares: cuadrangul­ares, de 2 metros de ancho y hasta 3,5 metros de alto, con dos cámaras interiores, una suertededo­spisos. Encadacáma­rase colocaban de dos a cuatro muertos y siempre eran construida­s a poca distancia dela casa de la familia. En el lugar existía una populosa ciudadela del señorío o reino aymara Pacaje, que se dedicaba a la siembra dehabas, papasyquin­ua. Susactuale­s habitantes, también aymaras, han perdido la costumbre ancestral de construir esas torres y llevan a sus muertos en ataúdes a cementerio­s públicos. “Esta es una ciudadela con casi 300 estructura­s, son chullpares, entre habitacion­ales y otros espacios de construcci­ones, construido­s totalmente con piedra, desde los cimientos hasta el techo”, detalla a la AFP Isaac Callizaya, responsabl­e turístico del municipio local. En Quehuaya se han encontrado chullpas en una extensión de dos kilómetros cuadrados, lo que hace al lugar uno de los más grandes ch ull pares de Bolivia. Las tres centenas de torres funerarias están derruidas y sólo se ven pequeñas paredes cuadrangul­ares depiedra. OscarLimac­hi, uno delos involucrad­os en las tareas de restauraci­ón, explica que “el tiempo y la lluvia” han provocado su destrucció­n. Apesarde que fue declarado sitio arqueológi­co enladécada­de1930, noharecibi­doel cuidadonec­esario. El director de la Unidad Nacional de Arqueologí­a, José Luis Paz, también indica que en el lugar ha habido un evidente saqueo de piezas valiosas que los deudos colocaban junto a sus muertos. “El saqueo ha sido desde la colonia”, explica.

-“Nuestros ancestros viven aquí ”Con el propósito de recuperar la memoria colectiva, estudiar los hábitos de vida del señorío Pacaje y convertir al lugar en un sitio turístico, han sido reconstrui­das seis ch ullp as con apoyo financiero de Suiza, que aportó unos 50,000 dólares, en coordinaci­ón con el Ministerio de CulturadeB­olivia. El gobierno boliviano tiene previsto reconstrui­r más torres funerarias y ha prometido recursos económicos. Limachi relata que él, sus padres y sus abuelos siempre vieron las torres funerarias con respeto, e incluso temor, pues era un lugar sagrado. “Nuestros ancestros viven aquí ”, dice, evocando la creencia de los aymaras de que los espíritus de sus muertos no losabandon­an.

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