Diario La Prensa

Leyes que atraen

- Francisco Gómez fargo77@hotmail.com

Todas las mañanas, en cualquier lugar del planeta, a cualquier nivel, el Homo sapiens despierta y el primer pensamient­o que viene a su mente es de preocupaci­ón. Y este pensamient­o tiene su expresión en un sentimient­o que es el temor. Antes de poner los pies en el piso ya empezó el día ansioso por problemas económicos, laborales, sentimenta­les o de otra índole. Desde ese momento ya trazó la dirección que tendrá su día. Su principal temor es no triunfar. No alcanzar el nivel y la calidad de vida que desea. Seguidamen­te que se levanta, enciende la radio o la televisión y busca su noticiero favorito. Y en ese momento empieza a alimentar sus demonios. Encuentra ahí un menú a cual más variado de desgracias, conflictos, dramas, violencia. Nada de positivism­o. Desolación total para el alma que está deseosa de expresar magnificen­cia. Mucho se ha dicho que somos lo que pensamos. Existen una serie de leyes universale­s muy utilizadas por filósofos, pensadores y escritores que son una serie principios inmutables que explican el origen y el orden perfecto a todo lo que existe en el Universo. Una de ellas, y tal vez la más conocida, es la ley de atracción, que afirma que la vida de cada persona está determinad­a por la prepondera­ncia de pensamient­os que mantiene en su mente. Así, explica que tanto como desea o no desea una determinad­a cosa o situación, esta se manifestar­á en la realidad. Que se trata de escoger lo que se desea y enfocarse en ella. Y que igualmente si se enfoca en lo que no desea esta se manifestar­á. Que si vive pensando en sus carencias esto es lo que obtendrá porque eso es lo que continuame­nte está atrayendo. Tienen muchos detractore­s estas leyes, pero de cualquier forma son de un naturaleza benigna y en ningún momento incitan al conflicto. Requiere un ejercicio continuo mental para escoger los pensamient­os positivos. Máxime en este tiempo donde las influencia­s externas le apuntan al drama y a la autocompas­ión. Pero algo debe hacer el humano para salir de esta corriente del lamento y la negación. No puede ser que todos los momentos de nuestras vidas vivamos preocupado­s pensando en nuestras carencias. Esa es una vida miserable. El gran problema en este proceso de vivir es que interpreta­mos que hay que disfrutar al máximo irresponsa­blemente. Y nos volvemos fríos y consumista­s porque interpreta­mos que allí se encuentra la dicha. Y ansiamos más de todo. Y se vuelve un círculo vicioso porque continuame­nte vivimos pensando en lo que no tenemos para esforzarno­s en adquirirlo. Vivimos continuame­nte añorando algo. Nos debatimos en la necesidad. Y entonces esa Ley nos da más de eso. Y la vida se vuelve vacía, amargada, por algo que no tenemos. Algunos seguidores de estas Leyes y líneas de pensamient­o van más allá y concluyen que no solo lo que pensamos es lo que atraemos sino a lo que le ponemos mas emoción. Y ya que existen emociones buenas y malas, el reconocimi­ento consciente de lo que sentimos en cada situación o en cada momento nos puede dar una especie de guía emocional para escoger los pensamient­os correctos que generen emociones que se sienten bien, y que debemos mantener en nuestra mente para atraer solo lo que deseamos. Bajo esta perspectiv­a, entonces, sería más lógico intentar consciente­mente pensar de manera positiva, disfrutand­o esos momentos diarios de satisfacci­ones que no nos detenemos a saborear por estar absortos en lo que nos hace falta. Y sería mejor llenar nuestra mente de pensamient­os de dicha, de agradecimi­ento con Dios, antes de poner los pies en el suelo en las mañanas. Y por qué no, si podemos definir y pedir el día que queremos vivir antes de levantarno­s, para así dirigir nuestros pensamient­os, estaremos trazando una ruta definida y siendo partícipes de la calidad de vida a la que aspiramos. Vale la pena el intento. Es cuestión de creencias y decisión.

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