Señor Pence, respétenos
Penceofendea gobernantesdébilesybienmandadosyaPueblos concaPacidadde multiPlicarse
El vicepresidente de Estados Unidos no anda con chiquitas. De entrada, nos menosprecia cuando obliga a nuestros gobernante saque se reúnan con él en la fecha que le conviene yen el lugar que quiere. Y, además, en forma irrespetuosa pide cuenta a gobernantes que, aunque crea que son sirvientes suyos, son ciudadanos elegidos por lo selectores dentro de regímenes democráticos pasando por alto que ellos son sus anfitrionesy, además, estáobligado a brindar les el respeto que se merecen. Incluso, tienen formal mente un ajera quía mayor que la suya. Si nuestros gobernantes tuvieran los pantalones en su lugar habrían mandado a sus vicepresidentes, porque el visitante no tiene la jerarquía para tratar con presidentes democráticos, soberanos, elegidos por sus respectivos pueblos. Claro, P en ce hace lo que quiere porque infravalora a nuestros países y menosprecia a los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras. Sabe que somos pobres, que con su llegada y la obligada cita que les ha impuesto anuncia ayudas millonarias que nunca llegan al TriánguloNorte, uninventodesus diplomáticos para dividir ala región que antes-en estos casos- negociaba unida para aumentar su fuerza y su capacidad para preservar su autonomía. Pero, ademas, Pencees el segundo abordo de un gobierno populista y autoritario que cree que ir respetan do a sus aliados tradicional es–y Centroamérica lo es, incluso Nicaragua ahora ahoga da por la protesta popular–puede arrinconarlos y obtener de ellos todo lo que quiere. El trato que l eh ad ad oTrumpa Justin Trudeu, de Canadá, ylosactosdemenos precio a Peña Nieto, de México, anticipan un obligado ir respeto a los gobernantes de Centro américa. P en ce no perdería nada con ser educado con los centroamericanos y visitarles con el mayor de los respetos diplomáticos en cada una desuscapitales, aunquesolosea para almorzar con ellos. Pero la arrogancia contra todo el mundo que respira la administración deTrump, que incluso menosprecia ala Unión Europea mientras juega con China y busca acercamientos peligrosos con Pu t in-el gobernante por el cual su campaña electoral está severa mente cuestionada-provoca el an ti gr inguismo, que no es una enfermedad nuestra o expresión de nuestro complejo de inferioridad-como han dicho muchos con apresurada ignorancia-sino una respuesta ante su arrogancia, su des conocimiento histórico y su falta de sensibilidad para entender que hay algo bueno fuera de sus fronteras físicas. PorfirioDíaz, el dictador de México, dijo que era una desgracia estar“tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos ”. En vez de un aliado para crecer y con vivir juntos en el espacio queocupan–muchodelcualfue tomado ilegalmente en contra de los intereses de México–ha sido un garrote amenazan te, un vecino distante, un manipulador den u es- tr os hombres armados y, ahora, un amenazan te poder que quiere legitimara los gobiernos artificial mente sustituyendo la soberanía nacional, haciéndole s creer que son ellos quienes lo sostienen y no sus pueblos. Cuando P en ce ofende a gobernantes dóciles y bienmandados, ofende a pueblos que la única fuerza que tienen es su capacidad para multiplicarse y amenazaras usfront eras que, creyéndolas blindadas, son porosas y penetrables. El comportamiento arrogante e irrespetuoso de P en ce hacia los gobernantes del Triángulo Norte no le dará resultados a los Estados Unidos. Hacia afuera, estimulará la hipocresía y la simulación y, hacia adentro, disparará todas las alarmas porque en Estados Unidos no todo el mundo piensacomoTrump. Enesasociedad hay políticos que conocen a América Latina, que cuentan con información histórica puntual sobre cómo lograr resultados sin disgustar u ofender y, además, este juego de demon izara los inmigrantes y separara los niños de sus familias es una ofensa a los valores central es de una sociedad que al margen de sus errores–como elegir a gobernantes que nos emerecen–tiene una enorme capacidad derectificar. Lohizoensuguerra civilconLincoln; enladefensade los derechos de los negros con los Kennedy y con las tareas de Reagan en la defensa de la libertad. De modo que no hay que acostumbrarse alas ofensasdePence. Solo hay que esperar las próximas elecciones.