Viajar a España

He leído durante la semana los artículos sobre los hondureños en España, y mi mayor temor es que muchos se animen y vayan a dar de cabeza. Es cierto que no hay un clima tan negativo como el de los Estados Unidos de Trump, pero también en la península hay una gran presión sobre los inmigrantes que llegan, que son miles, y que después descubren, como dicen de Estados Unidos, que los dólares no se hallan por las calles. En nuestro caso serían los euros, pues en Europa los yanquis y su moneda no son del grado, aunque si llega la moneda verde bienvenida, sobre todo en estos tiempos en que se fortalece por el aislamiento en que el Gobierno estadounidense está sometiendo a su economía con datos favorables inmediatos, aunque los daños se presentarán a mediano y largo plazo. Pero siguiendo con los hondureños en España, el mayor atractivo para comenzar a hacer realidad el sueño español es que no se necesita visa para viajar. Haciendo la comparación con la Unión Americana, visa sí, pero para quién, entonces habrá que echarse a la ruta hacia el norte que, a lo mejor, no solo lleva meses, sino que es de alta peligrosidad. Los hondureños pagan el pasaje, se hacen con algunos euros, conocen a dónde supuestamente van a residir y se muestran confiados en el aeropuerto de Madrid al llegar, y ya casi entraron a la Unión Europea. Ojalá que el de la Migra se haya levantado con el pie derecho y esté de buen humor para pasar y entonces comenzará la vida del migrante, trabajo que suele encontrarse cuando se busca para encontrar, pues al siguiente día de la llegada no se conseguirá empleo de ministro, gerente, quizá haya que ir al campo, a hacer limpieza, a atender a una persona adulta mayor en la casa, etc. Habrá que abrir camino, como dice la canción, y eso se hace “al andar”. A quienes emigran les espera una vida de sacrificio, de trabajo-trabajo, y de ahorro para poder regresar o enviar algo a la familia. Del sueño español también se despierta, ojalá que no, tras una pesadilla. REINA LÓPEZ N.