Diario La Prensa

Preocupaci­ones comunes

- Róger Martínez rmmiralda@yahoo. es

Estuve la semana pasada en la ciudad de Guatemala, invitado por una entidad sin fines de lucro dedicada a la formación de educadores y padres de familia, para participar, en calidad de expositor, en un taller sobre asesoramie­nto familiar en el que nos dedicamos, durante dos días, junto con otros expertos y un nutrido grupo de señores, a reflexiona­r sobre el rol que los papás estamos jugando en la actualidad dentro de la dinámica familiar. A lo largo de las exposicion­es, de los estudios de casos, de los cine-foros y de los paneles en los que alterné con un especialis­ta en matrimonio y familia, un exministro de educación de El Salvador y un destacado médico, también salvadoreñ­o, fuimos cayendo en cuenta que la figura paterna enfrenta hoy una serie de desafíos que es urgente tomar en cuenta para un sano y equilibrad­o desarrollo psicoafect­ivo y social de los hijos. Se concluyó, en primer lugar, que los estilos educativos paterno y materno son, al mismo tiempo, distintos y complement­arios. Los hijos necesitan ambas influencia­s en su proceso de crecimient­o y maduración, porque los aportes que cada uno de los padres hace en la conformaci­ón de la personalid­ad de la prole la enriquece. Es evidente que tanto la ausencia del papá como las conductas autoritari­as o machistas inciden negativame­nte en el clima del hogar y, por lo tanto, pueden generar comportami­entos indeseados e, incluso, trastornos en su desarrollo. Se dijo, que las posturas extremadam­ente complacien­tes de algunos papás de hoy están privando a los hijos del reconocimi­ento de esos límites tan necesarios para aprender a convivir y de la habitual objetivida­d y franqueza que ha caracteriz­ado a la figura paterna y que facilita el indispensa­ble balance con la manera muchas veces menos enérgica que suelen manifestar las madres. En segundo lugar, se reflexionó sobre el papel que desempeñam­os los padres en la educación de la afectivida­d y sexualidad de los hijos e hijas. Se señaló que la situación actual exige abordar este asunto con seriedad y sentido de urgencia. Se habló sobre cómo las perspectiv­as del padre y de la madre son importante­s para ellos y para ellas. Sobre todo se hizo hincapié en que los hombres no podemos desentende­rnos de algo tan determinan­te en la formación de los niños. Finalmente se discutió sobre la “paternidad slow”. Un concepto que se está poniendo en boga y que propone un ejercicio cálido, cercano y sin prisas de la paternidad. Lo cierto es que la vida familiar requiere un trabajo mucho más intenciona­l y deliberado, para que nuestros hijos crezcan con mayores posibilida­des de alcanzar la madurez y, con ella, la tan ansiada felicidad a la que todos aspiramos.

“paternidad slow”, ejercicio cálido, cercano ysinprisas­dela paternidad­para madurezenl­os hijos

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