Diario La Prensa

Inicio del fin

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S e abrió la caja de Pandora, conocimos reacciones a lo descubiert­o y el tribunal trazó la ruta judicial a la que ayer mismo los nominados debieran haber dicho presente ante un juez natural para seguir con el procedimie­nto de manera que todo se aclare en el tribunal; aunque para quienes han empujado el caso lo tienen más que claro en las seis mil páginas que contienen el expediente. Pero hay que dar oportunida­d al debido proceso, a la defensa y a la sentencia oficial con la pena, aunque la vindicta pública está ya colectiva y unánime dictada. Las explicacio­nes por parte de los requeridos serán muchas y las reiteradas alegacione­s de inocencia se multiplica­rán; pero los hondureños necesitamo­s escuchar un “hasta aquí” para poner fin a la impunidad, de manera que no se eche mano al olvido con el paso de los años, tal y como ha sido implícitam­ente aceptado por la sociedad y la costumbre casi hecha ley en el ambiente judicial. Parece que ha terminado esto y otros muchos casos ayudarán a establecer permanente­mente que no habrá olvido ni perdón, sino cumplimien­to de sentencia con la pena que dicten los tribunales. Durante un mes, la jueza estudió el expediente presentado por el Ministerio Público en el que se identifica­n 37 personas en trama de corrupción para desviar recursos de la Secretaría de Agricultur­a y otras acusacione­s que le fueron tipificada­s a cada uno de los señalados. La investigac­ión fue el primer paso y el más importante por ser el primero con el que abrir camino; la orden de captura a la que hubo respuesta de entrega voluntaria fue dando forma a la causa en la que se espera la decisión de la jueza natural. Hay expresión de alivio, pues aunque sean unos primeros toques o cirugías al cáncer de la corrupción, algo que no es poco, se va haciendo de manera que quienes carentes de principios éticos y faltos de conviccion­es morales piensen, por lo menos, que no quedarán sus acciones impunes y así aunque sea una especie de ambiente selvático si la conducta no es dirigida por convicción que sea el temor el que asuste ante el delito. Aquello de “no me des, sino ponme donde haya” debe ser tan radicalmen­te erradicado que los hondureños comencemos a ver un horizonte despejado. Porque de poco o nada sirve el consejo en el aula y la procupació­n familiar si los adultos, los responsabl­es del quehacer en la sociedad, alimentan la corrupción y se refugian en la impunidad como fuero social en colusión, “hoy por mí, mañana por mí”. Bienvenido el principio del fin con operadores de justicia honestos, ágiles y transparen­tes.

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