Sabor, olor, dolor
El paro nacional del transporte que se llevó a cabo el pasado jueves y viernes y que continuó este lunes ha dejado diferentes sensaciones en nuestro país. Un sabor amargo para el Gobierno, al que por primera vez lo ha tenido en jaque un sector que sin duda es vital para el funcionamiento de todo el país, pues sin transporte nada se moviliza y afecta directamente tanto al sector público como privado. Hubo olor a lo que actualmente ocurre en nuestro país vecino y hermano Nicaragua cuando vimos aquellas imágenes de la mayoría de la población caminando, que es la que depende del trasporte público para llegar a diario a las escuelas, colegios, universidades y trabajos. Nos dio la sensación de caos no solo a lo interno de nuestro país, sino que también proyectamos una mala imagen al exterior, pues ¿qué turista quiere llegar a un país en donde la libre circulación está restringida, qué empresa que se dedica al turismo se beneficia con un paro de esta naturaleza, justo a las puertas del feriado de agosto, que se celebra de 1 al 16, en el que miles de cuscatlecos visitan nuestros diferentes destinos turísticos del litoral atlántico, así como diferentes montañas de nuestro país, y que viene a generarle una inyección económica sustancial a este importante sector? Dolor, pues no puede haber un hondureño que se llame bien nacido cuando vemos a nuestro país paralizado sin ninguna necesidad, ya que en una sociedad civilizada como la nuestra debe prevalecer el diálogo y el respeto ajeno a la libre locomoción. La causa puede ser calificada de correcta y los diferentes sondeos de opinión realizados por los medios de comunicación indican que “el paro” cuenta con el respaldo popular, que anhela una rebaja en los carburantes y que no se afecten las tarifas actuales que cobra el trasporte urbano e interurbano. Sin duda, esta es una situación en la que el Gobierno debe ser sabio para negociar y flexible como el bambú, pues si se mantiene firme como el roble… corre el riesgo de caer en una situación incontrolable.