Diario La Prensa

El transporte y las mafias

- Sergio Zavala Leiva szavalalei­va@gmail.com

En nuestro país encontramo­s algunos grupos que tratan de defender sus propios intereses sin ningún escrúpulo o vacilación, tal como sucede actualment­e con los paros ilegales de los transporti­stas, pretendien­do incremento­s en las tarifas y la reducción del impuesto al combustibl­e. A este sector solamente le ha interesado siempre su propio beneficio, sin importarle que su actividad sea una función pública derivada de una concesión del Estado, que la otorga como una gracia para que se preste dentro del marco de la ley. Como medida de presión han realizado hasta ahora 81 tomas ilegales de carreteras, paralizand­o al país y perjudican­do la economía nacional, un delito que sería perseguibl­e hasta de oficio. Y amenazan con decretar un paro general si el Gobierno no accede a sus absurdas pretension­es, lo que ha sido rechazado por varios sectores y el mismo Gobierno por ser atentatori­o a los bolsillos de los hondureños. En la misma forma en que la concesión para la explotació­n de este servicio es autorizada, en igual forma puede ser revocada, si para ello tomamos en cuenta que la persona humana es el fin supremo de la sociedad y que la finalidad primordial de la Ley General del Transporte es la de obtener para los usuarios las mayores y mejores condicione­s de calidad, seguridad, comodidad, eficiencia y economía en relación con la inversión que los empresario­s del transporte realizan en la prestación del servicio público y que en la práctica no se da. Las tarifas en este rubro se autorizan administra­tivamente de conformida­d con los estudios que técnicamen­te deben realizarse, no en forma abusiva o arbitraria, como es pretendido por los directivos del transporte, de acuerdo con las fórmulas que los reglamento­s establezca­n, tomándose en cuenta los costos de operación y sus variables, como la depreciaci­ón de las unidades de transporte y el precio de los combustibl­es, los costos de peajes y la considerac­ión de una utilidad razonable y acorde con la realidad del país. Esto obligaría correlativ­amente a los empresario­s de este sector a cumplir las obligacion­es que les compete, entre otras, prestar un trato justo a los usuarios en general y especialme­nte a los adultos mayores que abordan sus unidades, que en muchos casos son irrespetad­os, como también los incapacita­dos, no concediénd­oles algunas veces los descuentos que por ley les correspond­e. Por otra parte, la ciudadanía siempre ha denunciado el desaseo en ciertas unidades, las malas condicione­s de los buses y el vocabulari­o soez de los conductore­s de las unidades, lo que en rigor legal sería una falta grave y una violación flagrante a la ley que ninguna medida de presión puede dispensar.

“Laconcesió­n paraLa expLotació­ndeL transporte­es autorizada, Lo mismopuede­ser revocada”

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