Y hubo agua...
“Gota a gota, el agua se agota” es el lema de una intensa campaña internacional para sensibilizar a las personas y hacer un buen uso del agua necesaria para todos los seres vivos. Al caso al que nos referimos hoy, Tema Bandera de LA PRENSA, no fue el desperdicio, gota a gota, el que secó las llaves, sino una abultada deuda acumulada de la que nadie se quiere hacer cargo pese al riesgo sanitario de maestros y la población escolar de 870 alumnos en la escuela Angélica Garay en la colonia Islas del Progreso, en el noreste de San Pedro Sula. Casi una semana, la ausencia del gota a gota fue evidencia de días mejores; pero desde el jueves el sonido en las llaves terminó con el calvario de un mínimo de agua donada para las más elementales necesidades e ir paliando la situación que se agravaba en cada jornada escolar por el riesgo en la salud del personal adulto y los niños, tranquilidad en la labor docente y alivio al final del recreo cuando los pequeños se refrescan mojando sus caras, se secan con la camisa, o se lavan las manos. El más rutinario hábito de aseo tuvo que suspenderse y solamente mediante la donación de dos barriles de agua quedaban medio limpios los sanitarios a los que se podía ir una vez en la jornada educativa. Ya nos podemos imaginar, como hemos visto situaciones similares simuladas en programas de televisión, a los escolares alzando la mano y moviéndose muy peculiarmente. Esto que para algunos puede ser anécdota y que los pequeños algún día contarán a sus nietos, evidencia el deterioro de la burocracia en el ámbito educativo. El jueves ya hubo agua, pero la factura está ahí, nada más y nada menos que por 790,000 lempiras, diez años, ciegos y sordos, para no hacerse cargo del pago del servicio que correspondería a la Secretaría de Educación en cuyo presupuesto hay recursos para pagar los servicios públicos. De momento nadie “quiere hacerse cargo de la deuda... Veremos si entre todos la pagamos ... Además nos hablaron de un descuento”, explica la directora de la escuela. Falta la solución del problema de fondo al que es reacia la burocracia de Educación, tanto en el nivel central como en la oficina departamental. En la escuela Angélica Garay no fue gota a gota que el agua se agotó, sino una década de no pagar el servicio, cuya factura llegó como una bomba; pero tanto Aguas de San Pedro como los docentes y padres de familia hablaron, se entendieron y trazaron el camino de solución al que debe integrarse plenamente Educación, como principal responsable, y la Municipalidad sampedrana como acto de solidaridad con las niñez. Así “entre todos pagamos”.