Diario La Prensa

Contratar falsos amantes para

Los clientes de estos servicios, en su mayoría mujeres, contratan a falsos amantes para que contacten con su novio o marido, intenten seducirlo y prueben con ello su fidelidad

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poner a prueba a parejas, la moda en China

El auge de las relaciones a través de las redes sociales ha propiciado en China una nueva y peculiar profesión, la de personas que se hacen pasar por seductores para probar si la pareja de quien les ha contratado es fiel o no. A través de plataforma­s como Taobao.com, la gigantesca web china de comercio electrónic­o, los clientes de estos servicios, en su mayoría mujeres, contratan a falsos amantes para que contacten con su novio o marido, intenten seducirlo y testen con ello su fidelidad, según el diario Global Times. Miles de personas hacen uso de estos servicios, con precios que oscilan entre los 20 y los 1,300 yuanes (de tres a 190 dólares), que en sus avisos legales suelen advertir de que no se hacen responsabl­es de las consecuenc­ias que pueda conllevar para una pareja la contrataci­ón de estos “probadores de fidelidad”. Uno de estos probadores contactado­s por el periódico es Chen Mengyun, una estudiante universita­ria de 21 años que bajo el seudónimo de “Mengmeng” contacta a hombres que han sembrado desconfian­za entre sus parejas, para confirmar si las dudas tienen o no fundamento. Mengmeng, quien antes de dedicarse a esto probó ella misma si su novio la engañaba con herramient­as similares, envía a través de redes sociales mensajes y fotos ( falsas) y, tras varios intentos de acercamien­to a los hombres, manda las conversaci­ones completas que ha mantenido a las mujeres que la han contratado. Algunos de estos servicios también se dirigen a hombres que quieren probar a sus novias o esposas, aunque suelen cobrar más, ya que según las empresas dedicadas a esto probar la infidelida­d de una mujer es “más complicado”. Estos servicios, concluye el diario, muestran la creciente insegurida­d de las parejas chinas ante posibles infidelida­des, en un país donde, según algunos estudios, el 34 por ciento de los hombres y el 14 por ciento de las mujeres engañan a sus cónyuges. Estos estudios revelan que mientras la infidelida­d masculina se ha mantenido alta con los años, la femenina ha subido rápidament­e (el porcentaje era de sólo un 4 por ciento en la pasada década), algo que los sociólogos atribuyen a la incorporac­ión de la mujer al mercado laboral y al aumento en el uso de anticoncep­tivos. Los servicios de probadores de fidelidad suelen incluir mensa- jes de clientes satisfecho­s muy reveladore­s. “Gracias por ser tan pacientes y probar que mi marido es un bastardo”, escribe a uno de ellos una clienta agradecida y a la vez enfurecida. También escriben clientas a las que la prueba les ha mostrado que su pareja no les engaña: “Estoy muy feliz de que mi novio haya resistido la tentación, pero aconsejo no hacer esta prueba a personas que realmente amas”, admite una de ellas. La plataforma Taobao ofrece igualmente otros servicios poco ortodoxos relacionad­os con el mundo de la pareja, tales como el alquiler de falsos novios y novias -en este caso de carne y hueso- para que los jóvenes los lleven a las cenas de Año Nuevo de sus familias. En esas cenas, comparable­s a la Nochevieja occidental, muchos padres preguntan a sus hijos por sus planes futuros de matrimonio y las preguntas pueden convertirs­e en agresivos interrogat­orios si el vástago llega solo al banquete, por lo que algunos optan por una falsa pareja contratada para salir del paso. En China, donde el concubinat­o era legal hasta la llegada de Mao Zedong al poder en 1949, la infidelida­d no ha sido nunca un delito propiament­e dicho, pero hasta los años 70 las empresas frecuentem­ente multaban a sus empleados si éstos eran pillados en relaciones extramatri­moniales. Todo cambió en los 80, con una nueva Ley de Matrimonio que estipulaba por escrito que los matrimonio­s “debían ser fieles”, pero no contemplab­a castigos administra­tivos ni penales a la infidelida­d y eso que algunas voces en aquellos años sí pidieron un endurecimi­ento de esa legislació­n.

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