Diario La Prensa

CARTA SALA DIRECCIÓN

La justicia

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Entre el alboroto que si se bajaba los L20 al galón del combustibl­e para ayudar al pueblo hondureño, el caso Pandora estaba siendo silenciosa­mente deliberado para beneficiar a los acusados. Es decir, el paro nacional parece ser que fue una cortina de humo para priorizar la supuesta “inocencia” de aquellos que han sido señalados por robar aproximada­mente L300 millones, de los que se supone no son culpables y por ello no deben pagar una condena que no merecen. El caso Pandora ha demostrado una vez más en las últimas horas que ha sido solo un cuento de nunca acabar, un circo, una telenovela. Un caso donde la ley no es aplicable para el poderoso, el rico, mientras que el pobre en su lugar, según las leyes hondureñas, debe pagar por los delitos del robo de una gallina, de un pedazo de pan porque no tiene que comer y hasta de guardar prisión de por vida (aunque no existan pruebas suficiente­s de su “culpabilid­ad”). En Honduras está de moda que las leyes se ajusten a los estatus económicos de la población. El pobre se exhibe ante todos los medios por un delito mínimo, al rico se le esconde y trata de guardar su imagen e integridad ante la sociedad para no manchar “su honorable reputación”. Si creímos que en Honduras las cosas podían empezar a ser como en Nicaragua o Guatemala, donde la justicia sí parece estar de lado del pueblo, nos equivocamo­s, estamos a años luz para que eso suceda. El caso Pandora simplement­e nos vino a decir que aquí los diputados, funcionari­os y exfunciona­rios, empresario­s, etc., tienen privilegio­s y exclusivid­ad y que para ellos (los ricos) la justicia es de una manera, y para el pueblo (el pobre, el que aguanta todo), la justicia es aplicable de otra e incluso mucho más rigurosa. ¡Ay, Honduras, qué estarás pagando! ETNY UYOA

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