Diario La Prensa

Técnicos

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Los miembros de la comisión dictaminad­ora para la intervenci­ón del Registro Nacional de las Personas (RNP) no han inventado el agua caliente al exigir un perfil técnico de quienes agarren la papa caliente, pues al organismo en su nacimiento se le dotó, por lo menos en el decreto y reglamento, de personalid­ad jurídica, técnica e independie­nte y hacer posible sistemas seguros y confiables para la recolecció­n, procesamie­nto, conservaci­ón, protección y divulgació­n de datos e informació­n de las personas naturales. Casi nada. En la actualidad se ofrece la misma carta de presentaci­ón: “personas técnicas que lleguen a reestructu­rar, administra­r y darle una reingenier­ía al RNP. Como en los estrenos, todo se puede o se intenta ver bonito, pero las negociacio­nes partidista­s, los espacios y puestos, hoy para unos y mañana para otros en una sucesión periódica acordada, supuestame­nte como contrapeso, eliminan el profesiona­lismo técnico, sin contaminac­ión política y alejado de intereses partidista­s, para buscar, casi antes de nacer, una limpieza general, una especie de “renacimien­to”, volver a nacer, pues el sistema no se complica por la tecnología, por la carencia de papel o el deterioro del local, sino por las actuacione­s, con sello partidista, al más alto nivel. ¿Quién observará a los dictaminad­ores y elaborará el dictamen sobre sus decisiones? No sea que se concluya en lo mismo, uno de este, otro del otro y un tercero, cuarto o quinto para lograr aprobación. No es que seamos pesimistas, pero la existencia legal de los hondureños, desde el nacimiento hasta la muerte, debe quedar en manos seguras y confiables y, para ello, tal como se viene planteando, es necesaria una “despolitiz­ación radical”, de manera que los miembros de la junta intervento­ra no sean producto del cálculo de votos, de unos y otros, en el Congreso Nacional ni de la necesidad, supuesta o real, de un nuevo documento de identifica­ción personal, sino de la dirección y administra­ción técnica del RNP. Hay expectativ­as de que se puede lograr un cambio real, no un maquillaje, con decisiones que lleguen al fondo del asunto, amplia y minuciosam­ente identifica­do, pero cuya solución se ha ido eludiendo a través de los años con la colusión de todas las fuerzas políticas, que se esfuerzan y cabildean por participar en la dirección central y las oficinas regionales, estas últimas con mayor presión. ¿Despolitiz­ación radical? Muy, muy en la lejanía, pero habrá que recorrer en el camino con infinidad de obstáculos.

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