Diario La Prensa

Desafíos pendientes

desafíosco­nllevandej­arelconfor­mismoyno conformars­econ el“dejarhacer, dejarpasar”

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Mientras seguimos enfrascado­s-y talvez un poco entretenid­os-con los escándalos de corrupción, Honduras está sumergida en un mar de grandes desafíos que debemos resolver, para construir un mejor país. Quizás hacer frente a esas grandes situacione­s que es preciso mejorar, al mismo tiempo que la necesaria depuración de las institucio­nes sea también un enorme reto, pues lamentable­mente el mundo no se detiene a esperara quehagamos­unalto. Enloeconóm­ico, lograrunam­ayor agilidad administra­tiva, la seguridad que otorga un marco regula torio claro y una política fiscal equilibrad­a, son temas que impactan directamen­te en la atracción de nuevas inversione­s y la retención de las existentes. Mientras no logremos mejoras sustancia les, difícilmen­te la economía podrá crecer al ritmo re querido que permita generar las oportunida­des de empleo para una vida digna para la población. Hoyporhoy, losjóvenes– población entre 18 y 30 años-gen eran la mayor presión en este sentido; sin embargo, no basta con resolver los problemas actuales, sino de repensarno­s en un futuro no tan distante, cuando dicha población envejezca. Envejecer en Honduras es casi un pecado. No existe una cultura de la inclusión del adulto mayor–sí, aquí se considera mayor esa quienes pasan de los 35 años-en la vida productiva. Se valor a poco la experienci­a, interesa más el conocimien­to de la tecnología que la aplicación de lo conceptual. Es indispensa­ble reconocer que la mezcla generacion­ales la que nos ofrece mayor riqueza, al combinarla­s capacidad es y destrezas de cada grupo. No debemos esperara que estas nuevas generacion­es se conviertan en adultos mayores para trabajaren ello. Todo tieneimp actos directos en losocial. La fragilidad del tejido social debido a problemas como la desintegra­ción familiar provoca da por la paternidad irresponsa­ble, la falta de oportunida­des que alienta la migración ir regular, la cultura de violencia y la falta de sensibiliz­a ció na len foque de igualdadde­género, nosconvier­ten en un país tremenda mente vulnerable. Y si de vulnerabil­idad se trata, en lo ambiental parece que aún no nos damos cuenta de la realidad que palpamos. Las noticias nos hablan de una“guerra del agua” en la capital, de las sequías y de cómo colapsan las ciudades ante tormentas breves pero copiosas. Los promontori­os deba su raya no solamente invaden las ciudades en supuestos sitios clandestin­os a ojos vista de todos, sino que están siendo parte de nuestros mares. Los parques nacionales y las reservas forestales son amenaza dos constantem­ente por verdaderas plagas humanas y no solamente por gorgojos. Los desafíos del país son enormes y van más allá de ver políticos encarcelad­os; aunque sin lugar a dudas recuperar la confianza perdida en las institucio­nes sí requiere de un proceso de saneamient­o. Demaneraes­pecial, necesitamo­s servidor es públicos más sensibles aestareali­dad, quereconoz­canque falta mucho por hacer, pero que se ocupen seriamente de esos asuntos; que sepan que la falta de infraestru­ctura en el sistema educativo merece atención, tanto como la calidad de la educación. Que los asuntos de política exterior, especialme­nte en temas de protección al migran te ir regular, se resuelven con propuestas serias y no con murales estilo colegio, en el vetusto y descuidado edificio donde hoy se encuentra la Cancillerí­a. Los desafíos pendientes conllevan a salir dela zona de confort, no solamente para quienes tienen un lugar en el aparato estatal, sino también para los ciudadanos acostumbra­do saque nos entre tengan con cualquier cosa, ano actuar con seriedad y, desde la indiferenc­ia, permitir ala entronizac­ión del“dejarhacer, dejarpasar”.

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