¿En quién creer?
A mitad de semana, luego de dar un vistazo a las noticias, reflexionaba sobre la situación de permanente desconfianza en la que vivimos y en la consecuente instauración de la sospecha como el tamiz de los pensamientos. No solamente pasa con las instituciones públicas, sino con organizaciones no gubernamentales, empresas e iglesias. Hay una verdadera crisis en el país por la pérdida de valores y de la noción del bien común. Recuperar la ética, entendida como el conjunto de valores que debe regir nuestro actuar, es una imperiosa necesidad en la actualidad, en la que nos estamos acostumbrando a justificar acciones, a excusar malas prácticas bajo el pretexto recurrente de “todos lo han hecho”. Ante este escenario es muy fácil decir en quien no creemos, lo difícil es reconocer a quienes son dignos de credibilidad. Me decidí a hacer el ejercicio mental y lo comparto con usted, con la intención de que también lo haga y de esta manera recuperemos, aunque sea un poco, la confianza en nuestro país y en su gente. Creo en que Honduras no está conformada solamente por problemas, sino por muchas historias de éxito, algunas jamás con- tadas, pero si vividas a plenitud, en las ciudades y tierra adentro. Creo en los emprendedores, que a pesar de los engorrosos trámites burocráticos y de las dificultades de todo tipo, luchan por sus sueños con valentía y trabajo. Deposito mi confianza en aquellos que no tienen contactos que les ayuden, que hacen largas filas para obtener un documento que sirve para optar a un trabajo o un permiso para su emprendimiento. En los niños que a pesar de recibir clases en condiciones poco pedagógicas, logran aprender; a los miles de padres que hacen malabares con sus pequeños ingresos para dar a sus hijos pan y techo, con afecto sin medida. Creo que aún hay empresas dispuestas a realizar inversión social sin esperar a cambio otra cosa que no sea mejorar el entorno económico, ambiental y social de la comunidad. También creo en las organizaciones que trabajan ardua y profundamente por ofrecer mejores oportunidades de vida a quienes no tienen nada material, pero sí dignidad humana y que merecen mejores condiciones de vida. Conozco y creo en gente hondureña y de distintas nacionalidades que trabaja en esta tierra apasionadamente por ayudar a otros a salir adelante, por prevenir la violencia, por ayudar a superar daños físicos y mentales, porque encuentren aquí las condiciones necesarias que los motiven a quedarse. Deposito mi confianza en las mujeres hondureñas, de manera especial en quienes luchan por superarse a sí mismas, en una sociedad machista, en la que aún prevalece la cosificación de la mujer. Creo en las personas que teniendo todo en contra piensan y actúan con base en sus principios, que no renuncian a ellos, en quienes no se los lleva la corriente y, a pesar de todo, se mantienen firmes. También creo en los jóvenes, no en quienes asumen su condición de generación del milenio y se acomodan en ella, sino en aquellos que presentan grandes ideas y una voluntad firme por impactar positivamente la vida de otros. Hay muchas razones por las que creer. De manera especial creo en el creador de todo, que para mí es Dios, que nos dio esta hermosa tierra para amar y luchar por ella, que nos da el aliento para seguir adelante y para encontrar motivos por los que vale la pena ir recuperando la confianza. Y usted, ¿en quién cree?
Honduras está conformada no solo por problemas, sino por Historias de éxito, algunas no contadas