Ni pensarlo...
Tras aquella aciaga reunión y la posterior explicación de lo que había ocurrido con las consecuencias para el pueblo hondureño parecía que el hilo estaba a punto de romperse, pero horas después el equilibrista, con la sonrisa en el rostro, anunciaba que todo iba bien y que el hilo se había convertido en una cuerda aguantadora del peso por la responsabilidad con que se tomaban ya las cosas. Por ello el representante de las Naciones Unidas, Igor Garafulic, reconoce en víspera del empuje definitivo que en ningún momento pensó en “tirar la toalla”. Al referirnos en esta columna editorial al compromiso señalamos que cómo “de la noche al día”, aunque ello no significa que todo esté resuelto, pues la complejidad con que se presentan los asuntos a tratar y el envoltorio de intereses, sobre todo el ambiente político partidista, hacen del proceso uno de los mayores desafíos de los últimos años, pues cada quien verá a través de los cristales con que mira. Y todos y cada uno apelará a su verdad, pero el diálogo raspando en cada una de ellas puede alcanzar el consenso, ese interés común, bien colectivo sobre el que se han pronunciado organizaciones e instituciones internas y del exterior. “En esto no estoy solo”, explica el diplomático chileno, “toda la comunidad internacional en Honduras está firmemente comprometida con este diálogo”. Diplomáticos acreditados en nuestro país han seguido muy de cerca las reuniones previas con la esperanza de que podamos emprender definitivamente el camino hacia el entendimiento, hacia la reconciliación que por su inmensa dificultad exigirá el mayor esfuerzo y comprensión de los participantes en las cuatro mesas a las que se integrarán cuatro facilitadores, personas experimentadas y comprometidas. Puede parecer fácil, visto desde afuera, pero conociendo a los “dialogantes”, sus reiteradas declaraciones se hace difícil pensar en un horizonte despejado; pero habrá que ir hacia él y a medida que se avance se esclarecerá la ruta. Este es el deseo de todos los hondureños preocupados no solo por los obstáculos surgidos, algunos eliminados, sino por el avance en el calendario que pronto levantará la bandera para la campaña electoral, primero internas y después generales. Por ello en cuanto “acuerden una fecha para instalar las cuatro mesas” habrá que aplicar aquello de “sin prisa (para que todo vaya bien), pero sin pausa”. No solo por recuperar la muy deteriorada credibilidad, sino por el bien de todos los hondureños, los políticos deben mostrar su preocupación por la situación de Honduras, su inteligencia en eficaces iniciativas y el compromiso leal, no solo promesas, en acuerdos para un plan de trabajo que fortalezca la convivencia, la paz y la libertad.