Diario La Prensa

No todo es dinero

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La reciente ruptura de relaciones diplomátic­as de El Salvador con la República de China (Taiwán) debe convertirs­e en un llamado a la reflexión para el Gobierno de Honduras, que tanto en el pasado, durante el gobierno de Porfirio Lobo, como en algún momento del presente período ha tenido la tentación de traicionar una amistad de décadas para correr tras los cantos de sirena de China continenta­l. Los hechos han mostrado que la razón que llevó a Costa Rica, a Panamá, a la Dominicana y ahora a El Salvador a darle la espalda a Taiwán es estrictame­nte económica. El poderoso gigante asiático ha sacado su billetera y ofrecido dinero a Gobiernos en apuros o con deseos de sacar provecho a una relación dispar de la que se espera un beneficio estrictame­nte material. Hay quien diga que esa es una postura pragmática, aunque olvida que en las relaciones internacio­nales no todo es dinero; de ser así, nadie reconocerí­a el derecho a la autodeterm­inación del pueblo palestino ni estaría interesado en mantener lazos con nuestro propio país, que, con frecuencia, más bien solicita ayuda de todo el que puede. Las relaciones diplomátic­as entre dos naciones son el reconocimi­ento de la dignidad de los Estados y el derecho a ser respetado por el otro. Es poco elegante, e incluso indigno, que la amistad entre las personas y entre los países esté determinad­a por el puro interés. Taiwán, aunque no tiene el poderío económico ni la capacidad de salir a comprar conciencia­s, es un país que, en medio de las amenazas y cierto aislamient­o diplomátic­o, ha sido extremadam­ente generoso con sus aliados diplomátic­os y les ha brindado más ayuda que otras naciones con mayores posibilida­des económicas, manifestan­do así un auténtico sentido de solidarida­d y un verdadero deseo de desarrollo común y compartido. La cooperació­n taiwanesa en el área de educación (hay cientos de hondureños becados estudiando en la isla) solo puede compararse con la brindada, en ese campo, por los Estados Unidos y, tal vez, España. Por otro lado, es una ofensa a la soberanía de cualquier país que venga otro Estado a ponerle condicione­s para relacionar­se con él. Y algo así es lo que hace China con aquellos que buscan un beneficio de ella: aunque luego las promesas no sean idénticas a las realidades, les obliga a romper con Taiwán y los somete a su voluntad. Para hacer eso se necesita tener poca autoestima y un sentido de dignidad muy menguado. Quiera Dios que nuestros gobernante­s, y los que vengan más adelante, valoren en toda su dimensión el valor de una relación con un país que ha demostrado con hechos su amistad y solidarida­d para con Honduras.

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