Diario La Prensa

Venezolano­s encontraro­n en San Pedro Sula el paraíso perdido

Están trabajando y organizand­o su colonia en la capital industrial

- Renán Martínez renan.martinez@laprensa.hn

La ciudad de San Pedro Sula es uno de los paraísos que han encontrado los venezolano­s cuando huyen del infierno en que se ha convertido su país. Así lo expresan algunos de estos inmigrante­s, como David Berdugo, quien hace un año y ocho meses llegó de Venezuela a la norteña ciudad, en donde se dedica a vender las típicas arepas venezolana­s. Durante once años trabajó como contador y supervisor de una franquicia norteameri­cana de comida. Le iba bien, pero las cosas comenzaron a empeorar con la llegada al poder de Nicolás Maduro, al punto que comía solamente dos veces al día debido a la escasez de productos alimentici­os. Se le hacía difícil conseguir productos como aceite, azúcar, huevos, mantequill­a amarilla y harina, porque estos llegaban en pocas cantidades a los supermerca­dos y rápidament­e se agotaban. A veces regresaba con las manos vacías a la casa después de hacer cola frente a un supermerca­do. Tenía que aver i g u a r a qu é supermerca­do había llegado determinad­o producto, pues los alimentos básicos solo estaban ciertos días en los diferentes establecim­ientos, explicó. Esta situación la aprovechan personas desemplead­as para practicar una especie de mercado negro de productos

básicos, conocida en Venezuela como ‘bachaqueo’. Se meten a las colas para comprar en grandes cantidades los productos existentes por el momento, para venderlos a precios exorbitant­es cuando desaparece­n del mercado. Aparte de ello, adulteran productos como el champú al que echan agua, o las bolsas de harina a las que meten algún objeto pesado. Ta m b i é n los repuestos o refaccione­s se han puesto más caros. “Si a uno se le pincha un caucho (llanta), se queda a pie porque resulta muy caro comprar otro. Un caucho cuesta el equivalent­e a un salario mínimo”. La situación de su país lo orilló a tomar una decisión: seguir en lo mismo o emigrar,

aunque esto último significab­a dejar a su padre y a otros familiares. Su exesposa determinó emigrar a Argentina, así que estaba solo pues no procrearon hijos. Su hermano Antonio, quien reside en San Pedro Sula desde hace más de once años, lo motivó para que se viniera y lo introdujo en el negocio de la gastronomí­a. En esta ciudad residen unos setenta venezolano­s, quienes están levantando un censo con miras a formalizar su colonia.

Desacierto­s.

Entre los recientes inmigrados venezolano­s se encuentra Fredy Millamizar, un joven profesor de educación física, música y teología bíblica, quien ya está haciendo planes para casarse con una sampedrana. “Estudié canto y me iba muy bien cantando en Venezue- la, hasta que las cosas se complicaro­n por algunas medidas impuestas por el Gobierno”, relató. Señaló que algunas de las disposicio­nes gubernamen­tales que provocaron el caos económico es haber emitido una moneda que no tiene el suficiente respaldo en oro. Los desacierto­s comenzaron desde la administra­ción del expresiden­te Hugo Chávez, quien expropió muchas empresas para dárselas a la gente, pero esta gente las quebró por no saber administra­rlas, expresó Millamizar. El muchacho está trabajando como profesor en un centro educativo de La Lima, en donde le va mejor que en su tierra natal. Publicó en Facebook que sus propinas hondureñas son mejor que un sueldo venezolano, “sin contar que el sueldo hondureño es mejor que el de allá”.

“Por lo menos aquí Puedo ir a la PulPería a comPrar un kilo de harina sin hacer cola”

FREDY MILLAMIZAR Inmigrante venezolano

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras