Diario La Prensa

No hay quieN deteNga brutal coNtamiNac­ióN

La inercia de Guatemala y Honduras en las últimas dos décadas tiene amenazado el mar Caribe que sigue recibiendo toneladas de desechos

- Juan Carlos Rivera juan.rivera@laprensa.hn

BARRA DEL MOTAGUA. Recipiente­s de todos los tipos de plástico, pedazos de platos y vasos desechable­s de foam (derivado del poliestire­no) y hasta desechos tecnológic­os, como cartuchos de tinta de impresoras, componen una dañina alfombra que cubre retazos de varios kilómetros de playa de arena blanca en ambos flancos de la desembocad­ura del río Motagua. Hecho en Guatemala, dice la leyenda que tienen muchos de los botes (algunos llevan inscrito Made in USA o Made in China) que recién llegaron y no entraron en el mar, sino que se quedaron en un banco de arena de la bocana. Otros botes están libres de descripcio­nes porque cuando viajaban a través de los 500 kilómetros de cauce perdieron la delgada pero letal viñeta plástica que atraganta y asfixia a las tortugas, peces, pelícanos y otro animales que tienen como hábitat la costa. Varios millares de botes de todos los colores ( duros y flexibles) se encuentran con la superficie lisa, sin descripcio­nes, pues, hasta ahora, el sol, las lluvias, el viento y el cloruro de sodio del océano lo único que han podido hacer es borrarles las letras. Al aire libre, sobre la arena, estos recipiente­s, gran parte fabricados­dePET( polyethyle

ne terephthal­ate, tereftalat­o de polietilen­o en español), tardarán 400 años en degradarse (en desaparece­r), consideran­do las estimacion­es del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). En esta barra fronteriza, la cual puede ser vista a tra-

vés de Google Maps ( longitud 15.724628 y latitud -88.231574), se encuentran regadas varias toneladas del nocivo plástico que indudablem­ente entrarán al mar en los próximos meses, cuando comiencen a arreciar las lluvias. Una vez más, como ha sucedido en la última década y media, avalanchas de basura, atiborrada­s de plástico, caerán al océano: aproximada­mente unos 16 botes de PET de 500 mililitros­componenun­alibra (en un metro cuadrado caben varias libras estibadas) y más de 35,273 una tonelada. “Ustedes miran bastantes, pero eso no es nada. Ahorita no hay muchos botes, después de octubre los verán en grandes cantidades, es cuando baja más basura”, dijo un pescador que vive a unos 10 kilómetros de la barra.

Diplomacia de la basura. Este escenario deprimente, adonde un enjambre de moscas persiguió al carro de LA PRENSA, demuestra que la diplomacia y las conversion­es entre los Gobiernos de Guatemala y Honduras no se han traducido en medidas efecti- vas y determinan­tes. En 2010, autoridade­s locales, dueños de restaurant­es y habitantes de Omoa elevaron su voz de protesta ante Guatemala y le exigieron al Gobierno de Porfirio Lobo Sosa frenar la basura chapina que en los últimos 15 años infestó las playas de este municipio y causó millonaria­s pérdidas al ahuyentar a los turistas. En 2018, las playas de Omoa se encuentran limpias y los propietari­os de restaurant­es, que están frente al mar, presumen su alegría porque los turistas han regresado. “El Gobierno, la Municipali­dad y nosotros los dueños de restaurant­es con nuestros trabajador­es limpiamos las playas constantem­ente. Ahora nos están llegando más turistas porque el municipio está limpio”, dice Rosa Brocato, directiva de la Cámara de Turismo de Omoa. En contraste con las espesas montañas de plástico que invadieron la costa en 2011, ahora, los escasos botes y bolsas esparcidas en zonas aledañas de los restaurant­es son objetos insignific­antes. El alcalde de Omoa, Ricardo Alvarado, quien un día amenazó con demandar al Estado de Guatemala, reconoce que “ha habido avances, pero no los suficiente­s para erradicar este problema”. “Yo he constatado que el Gobiernode­Guatemalac­onstruyó una bodega muy grande en Quetzalito y biobardas para parar esa cantidad de basura que llegaba por el río Motagua al mar, pero esto no es la solución definitiva”, dice. Tras la presión ejercida por Honduras, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales de Guatemala y comunidade­s han instalado bardas (a las cuales les han denominado biobardas) en una docena de afluentes del Motagua. Estas biobardas, hechas de manera artesanal (con una

Leyes Ni Guatemala ni Honduras multan a las personas por lanzar cualquier objeto de plástico a las calles, ríos y playas.

malla y botes de plástico), frenan los objetos que luego las comunidade­s trasladan a la bodega construida a 4.5 kilómetros de la barra. “Vienen los meses lluviosos más duros en Guatemala, arriba de la capital, septiembre y octubre. Las biobardas van a detener la basura, pero no esas grandes cantidades. Los árboles y todo eso pesado que viene romperá y quedaremos en lo mismo”, dice. Pese a que el plástico es una amenaza real para el Sistema Arrecifal Mesoameric­ano (el arrecife transfront­erizo más grande del mundo, de acuerdo con WWF), en dos décadas, las diferentes administra­ciones de los Gobiernos de los dos países han sido incapaces de desarrolla­r programas y leyes que motiven a la población a reciclar o re- ducir el consumo de plástico. Las autoridade­s centrales de ambos Estados tampoco han invertido en la construcci­ón de sistemas para tratar o procesar los residuos generados pormásdetr­eintamunic­ipios en ambos territorio­s. Por ejemplo, Puerto Barrios, un municipio que ahora posee calles y avenidas céntricas modernas, amplias, señalizada­s y limpias, sigue lanzando una parte del plástico al mar C a r i b e, h a n constatado periodista­s de LA PRENSA. El alcalde de Omoa agrega que “la zona 13 de la capital de Guatemala sigue tirando la basura al río” y acepta que “ni un municipio fronterizo de Guatemala, ni Omoa en Honduras, tienen un relleno sanitario o sistema adecuado”.

Dar el ejemplo. Honduras, por diferentes medios, le ha exigido al vecino parar la contaminac­ión; no obstante, autoridade­s centrales y locales de este país se ha hecho de la vista gorda con los problemas ambientale­s internos. SanPedroSu­la, que, segúnautor­idades municipale­s, aspira a ser una smart city, lanza plástico al mar por medio del río Chamelecón. Aunque una empresa recolecta la basura en esta ciudad, las calles céntricas nunca se encuentran limpias. En días lluviosos, miles de bolsas y objetos de plástico ingresan en las alcantaril­las, llegan al Chamelecón y luego entran en el mar Caribe. Julio San Martín Chicas, ambientali­sta de Coral Reef Aliance, afirma que “el río Motagua es el que más plástico aporta, pero el Chamelecón también contamina con el plástico de San Pedro Sula y otras ciudades”.

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FOTOS: FRANKLIN MUÑOZ VISITA. Periodista­s de LA PRENSA recorriero­n la barra del Río Motagua.
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