Contaminación
Lo que se siembra se cosecha; es la sabiduría popular la que habla, pues no hay acción sin reacción que, aunque sea retrasada, se dará. Son ya décadas en que no solo la contaminación con plásticos y otros desechos inundan las playas cercanas a Guatemala con respuestas tan infantiles como limpiar –una y otra vez cuando tradicionalmente hay mayor afluencia de turistas– aquellos lugares hacia los que las corrientes marítimas envían la basura flotante. Tanto es así, que ya se han identificado islas de plásticos en los océanos. Aquí sí habrá que decir que quien por su gusto muere, que lo entierren parado, pues la soga de la contaminación aprieta con más fuerza. Los periodistas de LA PRENSA recorrieron la ribera del río Motagua, desde hace años, una desoladora visión se prolonga hasta la bocana, llegada al mar, en que se dispersa la basura empujada por las corrientes de agua que aglomeran los recipientes hasta arrojarlos a la arena con la marea baja. Y ahí quedan hasta que el problema se convierte en vecino enemigo y se despeja la playa de todos aquellos contaminantes peligrosos, dejando espacio a la oleada posterior que en indeseada sucesión elimina la ilusión de las bellas playas. Pero los daños no son solo en la costa. Organismos internacionales han advertido que la degradación de los envases llenan los espacios con partículas de plástico que amenazan no solo a la vida marina sino la de las personas, que al consumir pescado corren el riesgo de tragar plásticos en micropartículas que no se digieren y se alojan en partes del organismo, donde brota una fuente de contaminación que lo mismo en la vida marina que en la terrestre se puede convertir en cáncer. ¿Cuánto tiempo se va a necesitar para aplicar medidas efectivas que vayan mitigando hasta su total desaparición la contaminación de los cauces de los ríos, en el caso del Motagua, que tanto daño causa a nuestro país. Los periodistas identificaron sobre la arena desperdicios cuya composición tarda siglos en degradarse, según organismos internacionales que estudian el agravante problema de la contaminación de los océanos y sus consecuencias en la vida marítima, en la existencia de los ecosistemas acuáticos, como las barreras de coral, y en los riesgos para los humanos. Una y otra vez se habla de poner coto a la basura que llega del país vecino, pero el problema sigue ahí sin más respuesta que pequeñas barreras artesanales que son rebasadas a las pocas horas porque al quitar la basura ¿qué se hace con ella? Aquello de basura a la basura, en este caso, no es más que acumularla en la orilla y a las hora, el aire o el aumento del caudal del río la coloca “en ruta...”.