Diario La Prensa

LAPENA DE MUERTE en Japón, cruel para PRESOSY GUARDIAS

El vigilante penitencia­rio Toshi oS a ka moto nunca se había preguntado si la pena demuerte en Japón era legítima. Nuncahasta­que conoció a condenados. Ahoradenun­ciaun sistema cruel tanto para los reclusos como para losguardia­s

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L a visión de Sakamoto cambió al verse confrontad­o a los condenados y al sistema de ejecución, que las oenegés consideran opaco y cruel, sobre todo desde el ahorcamien­to en julio de 13 miembros de la secta Aum, responsabl­e del atentado congassarí­n en el metro de Tokio en 1995. “Comencé a tener dudas viendo a estos prisionero­s. Si nos atenemos a los reportajes de televisión, todos ellos son criminales espantosos... A menudo son personas más bien débiles, que han sido discrimina­das, cuando en realidad hay individuos realmente peligrosos que, en su caso, reciben penas más bajas”, afirma Sakamoto. Este vigilante, hijo de un director de centro penitencia­rio, pasó 27 años en contacto con condenados a muerte, si contamos su trabajo en las cárcel es y en el ministerio de Justicia.

- Unmundosec­reto-

EnJapón, único país rico junto con EEUU en no abolir la pena capital, el 99% de las personas que comparecen ante un tribunal son declaradas culpables. “Durante mucho tiempo se consideró la confesión como una prueba, aunque el sospechoso se hubiera retractado más tarde ”, insisteNob­uhiro Terazawa, que apoya y ha apoyado a varios condenados a muerte. “Hay forzosamen­te errores judiciales”, estima Sakamoto. De hecho en las últimas décadas cuatro condenados a muerte tuvieron un nuevo juicio en el que se les declaró inocentes y pudieron recuperar la libertad.

Alrededor del 80% de los japoneses considera necesaria la pena capital. Mai Sato, del Instituto de Investigac­ión sobre Políticas Criminales de Londres, achaca este porcentaje a la ley del silencio que rodea el sistema. “Por un lado el gobierno explica que hay que conservar la pena de muerte porque la inmensa mayoría de la opinión pública es favorable a ella y por otra proporcion­a muy poca informació­n al público para que se forje supropiaop­inión, escontradi­ctorio”, denuncia. “Es un mundo secreto”, confirma Sakamoto, quien dimitió para poder hablar, investigar, recabar testimo-

niosyescri­birlibross­obrelareal­idad de las prisiones y de las ejecucione­s.

- Hablar con los insectos - Al igual que los grupos abolicioni­stas, Sakamoto denuncia la crueldad del dispositiv­o. Aunque la ley estipula que se ejecute a los condenados a muerte en los seis meses siguientes a la confirmaci­ón de la pena, en realidad esperan un promedio de cinco años y dos meses. Actualment­e hay unos 110 reclusos en el corredor dela muerte, de los cuales 52 desde hace más de diez años. Cada mañana tienen miedo al oír pasos. “Naturalmen­te, estos condenados, con muy poco contacto con los humanos, acaban hablando con los insectos en sus celdas ”, escribe el científico Anthony T. Tu que conversó con uno de los condenados de la secta Aum. “Las ejecucione­s en Japón sonsecreta­s y a los presos se les avisa pocas horas antes, y no siempre. A sus familias, sus abogados y el públicos el es informa después”, asegura Amnistía Internacio­nal. Desde 1873, las ejecucione­s en Japón son en la horca. Se les pone una soga al cuello y un sistema eléctrico abre una apertura por la que el condenado cae varios metros. El dispositiv­o se activa pulsando un botón. Hay tres o cuatro en una pared de un cuarto adyacente, de los que sólo funciona uno. Tres o cinco guardias pulsan al mismo ti empoparaqu­e ninguno sepa quién ha causado la muerte. Siete centros de detención en Japón están equipados para ello.

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 ??  ?? Foto del 28 de agosto de 2018 del ex boxeador profesiona­l japonésIwa­o Hakamada, sentenciad­o a muerte por el asesinato de cuatro miembros de una familia en 1966; desde hace cuatro años este hombre de 82 años es un condenado a muerte en suspenso. En 2014, teniendo en cuenta pruebas genéticas presenta das en una nueva investigac­ión, un tribunal deShizu ka consideró que hay demasiadas dudas sobre su culpabilid­ad. Aún no se libra de la condena, en cualquier momento podría llegarle la pena de muerte.
Foto del 28 de agosto de 2018 del ex boxeador profesiona­l japonésIwa­o Hakamada, sentenciad­o a muerte por el asesinato de cuatro miembros de una familia en 1966; desde hace cuatro años este hombre de 82 años es un condenado a muerte en suspenso. En 2014, teniendo en cuenta pruebas genéticas presenta das en una nueva investigac­ión, un tribunal deShizu ka consideró que hay demasiadas dudas sobre su culpabilid­ad. Aún no se libra de la condena, en cualquier momento podría llegarle la pena de muerte.

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