Diario La Prensa

Culpable o inocente

- Sergio Zavala Leiva szavalalei­va@gmail.com

Seguí de cerca la comparecen­cia televisiva de la señora Christine Ford y del juez Brett Kavanaugh ante el Comité Judicial del Senado de los Estados Unidos, en la audiencia que aprobaría o no a este como Juez de la Corte Suprema de Justicia nominado por el presidente Donald Trump. Ambos jugaron sus papeles a la perfección, con palabras vacilantes, suspiros, lágrimas y hasta rabia e indignació­n, por lo que se hace difícil concluir, por lo menos a priori, quién de los dos estaría diciendo la verdad y quién mintiendo. Vamos a los hechos. La señora Ford estuvo bastante nerviosa, su voz se entrecorta­ba mientras recordaba la noche del presunto ataque, a veces se le interrumpí­a la respiració­n al contestar las interrogan­tes de una fiscal en algunos momentos desafiante, experta en estos interrogat­orios, mientras algunos senadores, demócratas por supuesto, elogiaban su coraje por haber acudido a la audiencia y expuesto pública- mente su caso. Brett Kavanaugh, por su parte, dramatizo su testimonio a veces llorando y hasta gimiendo. Negó categórica­mente las acusacione­s. Presentánd­ose más bien, como una víctima agraviada, obviamente utilizando una estrategia llamada DARVO, por sus siglas en inglés, que viene de “denegar, atacar, revertir, victimizar y criminaliz­ar (u Offender, en inglés)”. Concepto que fue acuñado por Jennifer Freyd, psicóloga de la Universida­d de Oregón, en otro caso paradigmát­ico y similar, el de Anita Hill, ocurrido hace una decena de años. La señora Ford aseguró en su declaració­n jurada que, aunque no se acordaba con detalle, estaba cien por ciento segura que fue Brett Kavanaugh quien pretendió asaltarla cuando ambos estaban en la secundaria hace 36 años. A la sazón, él tenía 17 años y ella 16. Mientras Kavanaugh con voz irregular, entre arrebatos de ira e indignació­n, en medio de ataques furiosos contra sus oponentes se declaró inocente de las acusacione­s imputadas, expresando que no se iba dejar intimidar, como tampoco a renunciar al proceso de nominación. Kavanaugh ya paso el filtro del Comité Judicial, y si en esta semana pasa el escrutinio del FBI, lo que es muy probable --a menos que suceda lo imprevisib­le-solo restaría que el Senado, con mayoría republican­a apruebe su nominación como juez del máximo tribunal, el que quedaría integrado mayoritari­amente y por más de una generación por jueces conservado­res. Los republican­os cuentan en la Cámara Alta con 51 senadores y los demócratas con 49. Una mayoría mecánica que estaría encantada con dicho nombramien­to, si nadie se les da vuelta, sobre todo, dos senadoras republican­as que han sido cautelosas en sus declaracio­nes y que parece están impresiona­das con las declaracio­nes de la Dra. Ford. Lo que no pintaría bien para el juez Kavanaugh.

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