Culpable o inocente
Seguí de cerca la comparecencia televisiva de la señora Christine Ford y del juez Brett Kavanaugh ante el Comité Judicial del Senado de los Estados Unidos, en la audiencia que aprobaría o no a este como Juez de la Corte Suprema de Justicia nominado por el presidente Donald Trump. Ambos jugaron sus papeles a la perfección, con palabras vacilantes, suspiros, lágrimas y hasta rabia e indignación, por lo que se hace difícil concluir, por lo menos a priori, quién de los dos estaría diciendo la verdad y quién mintiendo. Vamos a los hechos. La señora Ford estuvo bastante nerviosa, su voz se entrecortaba mientras recordaba la noche del presunto ataque, a veces se le interrumpía la respiración al contestar las interrogantes de una fiscal en algunos momentos desafiante, experta en estos interrogatorios, mientras algunos senadores, demócratas por supuesto, elogiaban su coraje por haber acudido a la audiencia y expuesto pública- mente su caso. Brett Kavanaugh, por su parte, dramatizo su testimonio a veces llorando y hasta gimiendo. Negó categóricamente las acusaciones. Presentándose más bien, como una víctima agraviada, obviamente utilizando una estrategia llamada DARVO, por sus siglas en inglés, que viene de “denegar, atacar, revertir, victimizar y criminalizar (u Offender, en inglés)”. Concepto que fue acuñado por Jennifer Freyd, psicóloga de la Universidad de Oregón, en otro caso paradigmático y similar, el de Anita Hill, ocurrido hace una decena de años. La señora Ford aseguró en su declaración jurada que, aunque no se acordaba con detalle, estaba cien por ciento segura que fue Brett Kavanaugh quien pretendió asaltarla cuando ambos estaban en la secundaria hace 36 años. A la sazón, él tenía 17 años y ella 16. Mientras Kavanaugh con voz irregular, entre arrebatos de ira e indignación, en medio de ataques furiosos contra sus oponentes se declaró inocente de las acusaciones imputadas, expresando que no se iba dejar intimidar, como tampoco a renunciar al proceso de nominación. Kavanaugh ya paso el filtro del Comité Judicial, y si en esta semana pasa el escrutinio del FBI, lo que es muy probable --a menos que suceda lo imprevisible-solo restaría que el Senado, con mayoría republicana apruebe su nominación como juez del máximo tribunal, el que quedaría integrado mayoritariamente y por más de una generación por jueces conservadores. Los republicanos cuentan en la Cámara Alta con 51 senadores y los demócratas con 49. Una mayoría mecánica que estaría encantada con dicho nombramiento, si nadie se les da vuelta, sobre todo, dos senadoras republicanas que han sido cautelosas en sus declaraciones y que parece están impresionadas con las declaraciones de la Dra. Ford. Lo que no pintaría bien para el juez Kavanaugh.
mayoríamecánica republicanaenel SenadoeStaría encantadacon nombramientode Kavanaugh