¿Qué necesitas?

En la columna de hace dos semanas estuvimos hablando sobre el sentido de las cosas, más específicamente, qué les da sentido o dónde se puede encontrar eso perfecto que se los puede dar. Obviamente, lo que sugeríamos era con base en mi experiencia. Sin embargo, en un marco general, se dijo que para que las cosas o el mundo, la rutina, la vida tengan sentido, habría que insertarlos en un contexto más amplio que posea sentido en sí mismo. Ese es, pues, el punto clave, querido lector, hallar ese contexto, por eso en esta columna la pregunta que anhelo podamos contestar es esta relacionada a la anterior: ¿qué necesito? Hay una canción que a mí me encanta. Es de Ricardo Quinteros y precisamente lleva por título “Lo que necesito (si tú vas en mi barca)”. Qué les parece si leemos la letra. Esta dice: “Lo que necesito es tenerte siempre junto a mí; si no estás conmigo, no tengo razón para vivir; si no estás conmigo, día y noche siempre buscaré, oír tu voz (en mi corazón), sentir tu amor...”. ¿Y por qué así, o con ese ímpetu y esa seguridad? Porque si él va en nuestra barca, no importa la tormenta, su mano siempre nos ayudará; saber que va con nosotros nos hace descansar; aun sobre el mar caminaremos, aun sobre las nubes volaremos… “¡Oh, termina canturreando el cantante, Tú eres lo que necesito Jesús!”. Traigamos a colación nuevamente el punto clave. Para mí, Jesús se vislumbra cabalmente como ese contexto que buscamos. Las palabras del apóstol Pablo nos ayudan a entenderlo: “Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad. Al contrario, renunció a esa igualdad y se hizo igual a nosotros…” (Filipenses 2:6-7 TLA). De ahí que la salvación del ser humano no puede ser sino Dios mismo, y no un mero don creado, distinto de Dios (W. Kasper). ¡Jesús murió clavado en una cruz por nosotros! ¿Qué necesito entonces? Yo respondo, a Jesús. ¿Qué necesita usted, amable lector? Espero que a Jesús también.