Consecuencias fatales
La ola de muertes que ocurren en el país a causa de la violencia no está en manos del ciudadano común detenerla, pero la estela de desgracias que va quedando en las carreteras debido, generalmente, a la imprudencia de los conductores es posible atenuarla si existiera, en las personas al volante, la actitud de la responsabilidad y, sobre todo, si las autoridades de Tránsito fueran más exigentes al extender una licencia para conducir. En Honduras, en menos de dos días cualquier persona mayor de 18 años puede obtener el documento que lo acredita como conductor de vehículos livianos o pesados. El subcomisionado Gerson Onán Velásquez, titular de la Dirección Nacional de Transporte DNVT, considera que una de las principales causas de accidentes es el exceso de velocidad. Las carreteras están diseñadas para alcanzar una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, pero hay conductores que sobrepasan los cien. A ello hay que sumar el consumo de bebidas alcohólicas como factor de riesgo concurrente. Los macabros índices de muerte por accidentes viales no solo provocan luto y dolor, sino elevan los costos en las emergencias y salas de los hospitales públicos. Más preocupante aún son las secuelas traumáticas sufridas por personas que logran sobrevir. Sorprende saber que la mayor causa de muerte e incapacidad no es ninguna de las enfermedades consideradas peligrosas, sino las lesiones provocadas por accidentes. Esta es la principal razón por la que diferentes instituciones, encabezadas por la Asociación Hondureña de Cirugía Neurológica, están desarrollando en San Pedro Sula el programa Piensa primero. Es un programa que se implementa en las escuelas para evitar que los niños sufran percances fatales, motivándolos a que tomen medidas de prevención dentro y fuera del centro escolar. El Gobierno debe también apoyar este tipo de iniciativas que pueden llegar a disminuir los gastos en que incurre el mismo Estado en el manejo de accidentados. En resumen, la reducción de los índices de muertes por accidentes de tránsito cabe en dos palabras: Piensa primero.
piensa primero es un programa para evitar que los niños sufran percances fatales